RICARDO
BALBÍN:PERSEGUIDO
POR LA CAUSA REPUBLICANA
Por Matías Bailone
"A pesar de la reja y de la celda
que rezuma humedad y sangre viva
entre los poros de la muda piedra,
yo seré siempre libre
A pesar de la radio que destila
vino fatal y cáñamo siniestro
sobre la oreja de la muchedumbre,
yo seré siempre libre."
ANTONIO ESTEBAN AGÜERO,
'Canción del Hombre Libre', de 'Canciones
para la Voz Humana'. Sobre la opresión durante los dos primeros
gobiernos peronistas. Agüero fue radical y luego le dedicó un famoso poema al Presidente Arturo Illia. Ver Página Web en homenaje a Antonio Esteban Agüero.
El 29 de Septiembre de 1949,Héctor Cámpora, el Presidente
de la Cámara de Diputados de la Nación, por órdenes
del Presidente Perón, expulsaba al Diputado Ricardo Balbín
enviándolo a la cárcel. Unos días después
el propio Perón le ofreció el indulto presidencial, pero
Balbín se negó a aceptarlo, argumentando que el normal funcionamiento
del proceso judicial descubriría su inocencia, algo que el indulto
no hacía.
El Diario de Sesiones de la Cámara (Tomo IV, pág. 4290 a
4294) nos relata el valiente discurso republicano que emitió ese
día el Dr. Balbín, que le mereció la cárcel
y la persecución gubernamental. Decía el Diputado: "...una
Cámara que se moviliza formalmente al sólo efecto de llenar
disposiciones reglamentarias y cumplir así una determinación
que ya tiene tomada, me parece una ficción innecesaria e inútil..."
"No he aprendido todo lo que puede hacer un oficialismo desbordado,
pero estoy resuelto a sufrirlo todo para que no lo tengan que sufrir las
generaciones futuras...Nosotros tenemos sentido de futuro, no barriga
de presente...."
"Todos los triunfadores tienen la creencia de su perpetuidad; todos
los triunfadores creen que vivirán sus vidas enteras en el triunfo.
Cuando una minoría les dicen que están equivocados y que
algún día los vencerán, se ríen, como se ríen
ustedes ahora. ..Pero nosotros que tenemos la vieja experiencia de nuestros
sacrificios, sabemos que esto termina, y como no trabajamos para nosotos,
sabemos que nuestros hijos llegarán a tiempo."
"No me detendré en la puerta de mi casa a ver pasar el cadáver
de nadie, pero tengan la seguridad que estaré sentado en la vereda
de mi casa viendo pasar los funerales de las dictaduras para bien del
país. ... Si con irme pago el precio como cualquier otro de los
luchadores de mi partido; si este es el precio por el honor de haber presidido
este bloque magnífico, que es una reserva moral del país,
han cobrado barato; fusilándome, todavía no estaríamos
a mano."
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"El 29 de septiembre de
1949 Ricardo Balbín ocupó por última vez su banca
de diputado nacional. Un proceso por desacato al Presidente de la República,
Juan Perón canalizó un pedido de desafuero y el brioso jefe
de la bancada radical (Balbín) pasó del recinto legislativo
a la cárcel. Un decreto que firmó Perón (indulto)
en enero de 1951, dado que aún no había caído sentencia
definitiva en el juicio, lo restituyó a la vida política.
Pero nunca más al Parlamento Argentino.
El pedido de desafuero había
sido presentado por el juez federal de Santa Fé Dr. Alejandor J.
Ferraronz en razón de una demanda que formuló el diputado
nacional peronista Luis A. Roche. Balbín había dicho en
el Congreso Nacional Agrario de la U.C.R. en Rosario el 30 de agosto de
1949 que comenzaba "la revolución social del radicalismo".
Y convocó: "desde hoy en más hemos resuelto luchar
tesonera y físicamente y decirle a la juventud que se prepare para
hacer la revolución que no pudimos hacer nosotros". El denunciante
ubicó la palabras de Balbín en el contexto del desacato
y formuló la denuncia ante la justicia, con el consiguiente pedido
de desafuero.
En el debate parlamentario el
diputado peronista Vicente Magnasco habló de "injurias, ofensas
y descréditos". El radical Vítolo hizo los descargos,
calificando el trámite como "un emboscada política".
Aportó su solidaridad el vocero del conservadorismo Reynaldo Pastor,
quien definió a Balbín como "un tribuno vigoroso y
valiente que desnuda ante la opinión pública nacional los
aspectos más pútreos y dolorosos de la política oficilista".
"
Del libro "UCR, 100 años
de historia en Córdoba y el País" de Edel Celestino
'Neblina' Ciardiello. Un homenaje para este historiador RADICAL.
"Ricardo Balbín luchó en momentos en que el gobierno
nacional exaltaba la figura de San Martín, en apariencia, mientras
proscribía de las escuelas 'El Santo de la Espada', cuyo autor
lo evocó, entonces, como adalid y arquitecto de la libertad civil
que tenía una vida peligrosa y combatiente. Ricardo Balbín
aceptó la cárcel como Sócrates la sentencia injusta,
porque quiso cristalizar su sueño dentro de su propia comunidad
y porque -en el decir de Francisco Ayala, cuando habla del filósofo-
'no teme a la muerte tanto como al abismo moral de resistirla'. Pero fue
dejando en su quehacer, tal como se cuenta en la leyenda de Guillermo
Tell, hermosa emociones de libertad. Desde el calabozo su espíritu
libre encontró expresión adecuada en el periódico
de lucha 'Adelante' ..." Fragmento de un discurso del Dr. Eduardo
Giorlandini pronunciado en 1954, y publicado en el libro de su autoría
'Libreta biográfica' y la biografía de Ricardo Balbín.
LOS CARACTERES DEL GOBIERNO PERONISTA, Por Eduardo Giorlandini.
"Me parece imprescindible delinear las características visibles
de la primera etapa del peronismo en el poder, al margen de toda consideración
en abstracto o cimentada en estadísticas, lo que permitirá
apreciar mejor la circunstancia de la detención de Ricardo Balbín.
A través de los hechos concretos, del proceder y de las pautas
seguidas por gobernantes y administradores públicos, se formularon
críticas serias y graves sobre un estilo demagógico y represor,
de no suficiente apego a normas de moralidad administrativa, de empleomanía
y gasto público, de utilización de los recursos del Estado
con fines proselitistas y partidistas, de falta de respeto al concepto
de Estado de Derecho -con el pueblo, que decidió por medios electorales
quiénes debían gobernar, administrar y legislar-, utilización
de recursos sin fines productivos, etc.
Bajo otra óptica, Perón concretó un pensamiento social,
una política social con mayores contenidos de justicia social.
Socializó el consumo, abrió la conciencia de los trabajadores
en cuanto a su valía y al valor del trabajo humano, humanizó
la legislación y el trabajo del hombre, elevó a la mujer,
etc. Todas esas iniciativas contaron con el apoyo del radicalismo y más
allá todavía, como lo hemos destacado en los temas relativos
a la ley de residencia y al derecho de huelga.
Paulatinamente, el poder de Perón siguió creciendo, desde
1946, real y electoralmente, mientras que la oposición lo fue perdiendo,
concentrándose casi toda la oposición en un solo partido
político: la Unión Cívica Radical. Se señalan
como productos visibles de esta etapa la intervención federal en
Corrientes, única provincia con gobierno opositor; el juicio político
a cuatro de los cinco miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación;
el considerable aumento de los procesos por desacato, la persecución
y la detención, las limitaciones a las libertades públicas,
los derechos y garantías constitucionales; la sanción de
la ley universitaria 13.031 y de la ley electoral 14.032, además
de la reforma de la Constitución de la Nación, de la que
ya hablamos.
La distancia social entre el gobierno y la oposición fue cada vez
mayor. Al final de esta etapa se produjo el mismo fenómeno de crisis
en el sector militar, y, en general, en las Fuerzas Armadas, que llegaron
al borde de la fractura como señala Ricardo del Barco en "Historia
Política Argentina. 1943-1982". Los derechos y garantías
de la Constitución de la Nación se fueron diluyendo, la
libertad coartada, los opositores perseguidos, la prensa no adicta acallada,
ciertos dirigentes encarcelados, las huelgas reprimidas, la obsecuencia
y la adulonería in crescendo, tanto como el poder y la popularidad
del líder -que para la oposición era el dictador- y de Eva
Perón que para los adversarios, además de integrar la pareja
presidencial y política en la cúspide del mando, era destinataria
de toda clase de calificativos nacidos del tramo de su vida artística
y del ejercicio que hacía de ese poder descentralizado, no institucionalizado
ni institucional. Entre Balbín y Evita no hubo casi ninguna interferencia,
como si se tratara de un "pacto de no agresión"; mas
lo hacía a Perón destinatario de su fervor, de su coraje
cívico y de su pensamiento libertario." (...)
"Las amenazas, los acontecimientos, las ofensas y los desencuentros
se profundizaron después del primer lustro del gobierno peronista.
La relación política amigo-enemigo se hizo más fuerte
y penetrante, horadando permanentemente la paz. No se promovió
la inserción de las partes de la Nación en un contexto nacional
armónico, donde el mecanismo político del bienestar general
fuera grato e institucionalizado. Se buscaba la colocación de los
seguidores en todos los órganos del poder, incluso los judiciales
y las universidades. Los opositores más activos tenían un
destino inexorable: la cárcel o el exilio voluntario, forzoso o
cuasi forzoso. El régimen peronista sancionó la Ley de Desacato
y se prohibió toda actividad política en las universidades,
pero se autorizó la doctrina peronista en los ámbitos de
la cultura y la educación. El régimen reprimió las
huelgas estudiantiles, suspendiendo estudiantes y cesanteando a cientos
de profesores. Los oficialistas hablaban peyorativamente de la Reforma
de 1918 y ésa es otra de las pruebas de las distancias entre la
doctrina radical y la peronista. Según Adrián Feijó
el Estado se hizo cargo del 85 % de los gastos de la enseñanza
privada y dispuso la obligatoriedad de la enseñanza religiosa en
todos los institutos y el funcionamiento de la Unión de Estudiantes
Secundarios (UES) dio parte de la población, la seguridad de excesos
y hasta de cierta corrupción. " (...)
EDUARDO GIORLANDINI , Op.cit.
DESPUÉS
DE OLMOS
El 2 de enero de 1951, liberado Balbín, se encontraba rodeado de
sus familiares y amigos. Otros habían seguido en la cárcel,
ya había pasado Nochebuena y todavía no se escuchaba nada
sobre alguna lista de liberados. Y, como escribió Uzal, en "Otra
Güelta Será, Hermano":
"Pa' hablar con sinceridá:/ aquí no ha pasado nada,
/ y transcurrieron los días y vino el final del año, /y
cada uno digería
(masticando, si podía) / un amargo desengaño."
Los primeros en juntarse con Balbín, que lo esperaban ansiosamente,
fueron sus seres más queridos: su esposa, Indalia Elena Ponzetti,
y sus hijos Lía Elena, Osvaldo y Enrique. Simultáneamente,
sus amigos y correligionarios. La lucha continuaría.
Un orador del Movimiento de Intransigencia y Renovación, en un
acto realizado en la Capital Federal, un año y medio después
de la liberación de Balbín, Oscar López Serrot, comentó
que las fuerzas populares argentinas democráticas habían
conseguido -forzando al gobierno- el indulto de los obreros ferroviarios
presos; esas mismas fuerzas populares forzaron al gobierno a decretar
la libertad de Ricardo Balbín.
Luego de su liberación don Ricardo seguía hablando, cuando
lo dejaban, en las tribunas que se levantaban en la calle y era más
aclamado aún. Era muy común leer en los pocos periódicos
de la prensa libre, extractos de crónicas como la que sigue: "Grandes
aplausos recibieron las palabras del doctor Balbín. Al término
del acto fue acompañado por la concurrencia entre vítores
y aplausos."
La familia Balbín estaba siempre presente en su camino, en su derrotero
pleno de adversidades. Lo acompañó, como sus amigos, lealmente,
incluso en situaciones de peligro o de riesgo. Solía viajar con
su esposa y en ocasiones con sus hijos pequeños, aún en
las épocas del matonismo o de las fuerzas de choque, con las que
se hostigaba a los dirigentes radicales que hablaban en las tribunas levantadas
en las esquinas, en los momentos en que se suspendía la veda política.
Ricardo Balbín tuvo una alta valoración por los amigos consecuentes.
La amistad verdadera ocupó un lugar importante en su vida y en
su lucha política. Algo muy distinto a aquello que informa que
en política cuentan los aliados y no los amigos. Más aún,
se ponía contento cuando con el correr de los años veía
a los amigos que seguían juntos, cualquiera fuera el lugar de su
residencia o actuación. No pocas veces -contaron quienes lo conocieron
íntimamente- esbozó una sonrisa al comprobar que varios
dirigentes continuaban frecuentándose, o por haberlos encontrado
juntos después de varios años, propia del dirigente político,
del gran líder. La docencia y la actuación en pro de la
democracia exigía un comportamiento mínimo, frente a los
contratiempos y a las situaciones políticas de riesgo en épocas
de represión, de violencia, de agresiones a los hombres del radicalismo,
que recorrieron los ámbitos del país con su prédica
y su siembra libertaria. Traspuso los cercos de matones para llevar a
la tribuna que lo esperaba. No se perturbó por los disparos hechos
a pocos metros de las tribunas. No se amedrentó ante la presencia
de policías amenazantes, que muchas veces terminaban el discurso
con la detención del orador. Pero no fue un hombre de armas llevar.
Se manifestó como hombre sensato y de gran equilibrio y entereza.
Bastante más que Emir Mercader, a quien cuando estaba haciendo
uso de la palabra en un acto, un obsecuente gritó al comisario
de la policía: "¿Qué espera para bajarlo?"
Emir respondió: " A mí no me baja nadie, por dos razones:
primero, porque soy diputado de la Nación, y segundo por esto...
(exhibió un revólver)."
A pesar de ello, Ricardo Balbín relató que una vez en Lanús
un individuo le puso el revólver en el pecho y él le gritó:
"¡Tirá...tirá... si te animás tirá...!"
y recordó que Crisólogo Larralde se lo sacó de encima
de un sopapo. En el relato de José Gómez Fuentes se describió
el mismo hecho, aunque cambiaron las referencias y se explayó en
otros pormenores: "...tenía un coraje muy porteño.
La dura manera que tenemos los argentinos de hacer política tiene
muchos ejemplos del coraje de Balbín. Algunos son casi leyendas,
como cuando estaba hablando en aquel acto en City Bell y alguien le puso
el revólver en el pecho. El le dijo: 'Tirá'. Agregan quienes
lo cuentan que el supuesto matador no tiró, y que Crisólogo
Larralde lo apartó de un sopapo para que el acto radical siguiera
adelante. Pero Balbín entendía que ese coraje no se podía
usar para mandar a los chicos a la guerra, y como no quería que
muriera un chico más ajustó a eso toda su estrategia de
político. Sabía que tenía que pagar un precio político
muy alto. Entendía acaso que era preferible ser prenda de unión
que presidente de la República. y yo estoy convencido de que en
el futuro algunos presidentes merecerán un par de líneas.
Pero Balbín quedará. Incluso en la leyenda que todos los
días aportamos todos los hombres, en la anécdota."
En medio de tantos desbordes, lances y reyertas, el acto de la tribuna
callejera era casi una misa e inspiraba en Balbín un especial respeto
por la puntualidad. Sí, don Ricardo era una persona puntual en
todo su accionar. Gustaba de llegar a horario a los actos. Un profundo
respeto por la gente derivaba en él un gran sentido del deber.
Parte de este deber era el de llegar a tiempo. En ocasión de un
acto partidario en el que hablaría, Balbín, ante las demoras
causadas por los amigos que lo recibieron, dijo: 'Vamos... a la gente
no se la hace esperar."
En Salliqueló, provincia de Buenos Aires, donde muchos años
después su hijo Osvaldo se instalaría como médico,
continuaría su labor política y sería electo intendente,
en la Provincia de Buenos Aires, una vez lo recibieron sus correligionarios
en el "cruce" (en el campo se le llama así a los caminos
que hacen cruz); allí era costumbre esperar al invitado que venía
en auto, para acompañarlo luego al pueblo y evitar que se equivocara
de camino. En esa oportunidad se lo esperaba a don Ricardo a las 10 de
la mañana. Llegó a las 10:01, manejando él, con su
esposa, desde La Plata, y lamentándose por la tardanza.
Otro aspecto de la personalidad de Balbín está dado por
el gusto que sentía por el automovilismo; incluso una vez confesó
que le hubiera gustado se corredor de autos. Sin embargo, cuando un periodista
le preguntó cuál había sido su peor momento, recordó
que no fue en las derrotas electorales ni en los tiempos de la cárcel
sino cuando Pairetti lo llevó en auto desde Mar del Plata a Buenos
Aires en tres horas y media. Don Ricardo tenía esa clase de salidas,
de humor o de enojo, pero tenía una personalidad reposada, sobria
y respetuosa.
En el pueblo de Saavedra vivía un almacenero, gallego y muy conocido
por antiperonista. Cuando Ricardo Balbín pasó por la esquina,
frente al almacén, no pudo contener la risa al leer un letrero
que habían puesto los peronistas: "Perón será
presidente, aunque se enoje el gallego de enfrente".
Volviendo a la situación del país, 1951 había comenzado
con una huelga ferroviaria, que fue reprimida parcialmente y fue objeto
de una declaración de ilegalidad, por lo cual el gobierno dispuso
la movilización militar de los trabajadores. Balbín visitaba
a los presos políticos y gremiales, alentándolos, en ocasiones
con expresiones simples, humildes, propias del pueblo: "Tengan calma
muchachos, no hay mal que dure mucho, en poco tiempo estarán afuera",
les dijo a un grupo de dirigentes ferroviarios en la cárcel de
Villa Devoto.
Siguiendo la cronología de Gerardo López Alonso, el gobierno
clausuró el diario "La Prensa" y el obrero gráfico
Roberto Nuñez, que junto a otros compañeros pretendía
ingresar al taller del diario para reanudar las ediciones, fue asesinado.
En marzo de 1951, Serafín R. Yustina, caudillo de Montserrat, que
se hacía llamar "el Perón de la 13a." propuso
a Eva Perón en segundo término para la futura fórmula
presidencial y Perón anunció que la Argentina había
logrado producir energía atómica gracias a los trabajos
de Ronald Richter, aunque a fines de 1951 debieron considerarse fracasados
los trabajos. Se produjo una nueva huelga ferroviaria y arreciaron las
detenciones y torturas de obreros y estudiantes. Dos grupos de militares
conspiraban contra Perón: uno, encabezado por el general Eduardo
Lonardi, y otro, por el general retirado Benjamín Menéndez,
pero lo hacían separadamente y sólo se manifestó
con un alzamiento el segundo, que fracasó y determinó agravar
la represión del régimen. Como consecuencia de esa sublevación
se dictó la ley 14.117, que establecía la pena de muerte
para el caso de rebelión. Al mismo tiempo se estimulaba la acción
opositora.
La sublevación de Menéndez tuvo lugar el 28 de septiembre
de 1951. El mes anterior, el 4 de agosto, se había reunido la Convención
Nacional de la Unión Cívica Radical, en Avellaneda. Previo
al inicio de la convención se reunieron los sectores internos,
representados por el Unionismo, y el sector constituido por el Movimiento
de Intransigencia y Renovación (MIR). Silvano Santander, Mauricio
Yadarola y Carlos Humberto Perette, por el Unionismo, y por intermedio
de Santiago del Castillo transmitieron al otro sector su pretensión
de que la Convención tratara el orden del día con exclusión
de la elección de la fórmula presidencial a sostener en
las elecciones futuras. El planteo fue apoyado por los delegados cordobeses
en su mayoría pero, al fin, fue desestimado. La Convención
eligió la fórmula presidencial el 6 de agosto: Ricardo Balbín,
para el primer término, y Arturo Frondizi, para el segundo. Ambos
aceptaron el ofrecimiento y fueron invitados a pronunciar sendos discursos
en el lugar de reunión de la Convención.
Registró "Adelante" que a las 9.45 entraron a la Casa
Radical de Avellaneda Balbín y Frondizi, precedidos por los vítores
de los partidarios que llenaban el local y las inmediaciones. Les fue
dificultosa la marcha pues faltaba, materialmente, espacio. Agregó
el periódico radical que desde el sitial, el presidente Quiroz
los recibió con una improvisada y vibrante arenga, y que la emoción
fue visible en todos los rostros, comenzando a vivirse instantes solemnes,
en una ceremonia magnífica y enaltecedora, calificada como "gran
jornada para el radicalismo y la patria".
Habló Balbín. Su presencia en el estrado infundía
silencio respetuoso. Un clima de expectativa y emoción cundía
en el ambiente. El hasta no hacía mucho preso en la cárcel
de Olmos ahora estaba inmerso en el afecto fraterno y en la solidaridad
de los soldados del civismo argentino; en sus pechos los corazones latían
con el ritmo de los que sienten la emoción de una esperanza, grande
y magnífica.
La Convención Nacional adoptó como Programa de la Unión
Cívica Radical las Bases de Acción Política sancionadas
por la Convención el 29 de junio de 1948, y sancionó su
plataforma electoral. Muchas veces Balbín destacó que estaba
lejos de basar su acción en creencias e ideas personales, pero
sí estaba íntimamente identificado con las propuestas que
eran resultado de la democracia partidaria interna y del desenvolvimiento
de sus organismos.
La plataforma electoral de 1951 no podía menos que afirmar la reconquista
de la libertad y de la democracia; el sentido moral de la vida política;
la cultura y la dignidad de la persona humana; el federalismo, en todas
sus instancias; los principios en favor de la enseñanza en general
y de la educación técnica, el estímulo a las artes,
las letras y las ciencias; la libertad de enseñanza, el libre acceso
a la cultura y la Reforma Universitaria; la justicia social y el desarrollo
del derecho social, reafirmándose el cuadro total de derechos individuales
y colectivos del trabajo y de la seguridad social, de acuerdo a los caracteres
aceptados por las tendencias más progresistas del derecho comparado. "