DISCURSO
DEL PRESIDENTE FERNANDO DE LA RUA EN EL HOMENAJE AL GENERAL SAN MARTIN
EN SAN LORENZO
Señor gobernador de la provincia de Santa Fe; señor
gobernador de la provincia de Córdoba; señor intendente
de San Lorenzo; señor intendente de Rosario y señores intendentes
presentes; señores ministros del Poder Ejecutivo Nacional; señores
jefes de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas; señores jefes de
las Fuerzas de seguridad; autoridades nacionales, provinciales y municipales;
autoridades eclesiásticas: el gobierno de la nación quiere
subrayar con su presencia en este acto que habitualmente realiza la comunidad
de San Lorenzo y el gobierno de la provincia, su decisión de que
el año 2000 sea el año de la evocación del Padre
de la Patria en el sesquicentenario de su fallecimiento.
Queremos que estos actos tengan una trascendencia tal que su mensaje llegue
a los corazones de todos los argentinos, en estos tiempos difíciles
en que estamos empeñados en buscar y reencontrar los valores que
encarnaba el general San Martín: el desinterés,
el patriotismo, la honestidad, que constituyen el legado de su ejemplo,
para que sea cierto que su evocación trascienda el frío
marco del bronce para latir en nuestros corazones.
Como bien escribió Arturo Capdevila en sus Oráculos
Nacionales: "No queráis abrigarlo con coronas y guirnaldas,
abrigadle antes bien con la seguridad del orden, que no es tiranía
sino reposada justicia y con el fuego santo de la libertad."
A los gestos externos hay que respaldarlos con actitudes y hechos dignos
del carácter, el temple y la conducta ejemplares del Padre de la
Patria.
Este es el sentido de la presente celebración, primer acto de la
efemérides sanmartiniana del 2000, Año del Padre de la Patria.
Su sentido es poner en práctica cada uno, desde su propia posición,
desde su propio puesto, desde su propio cruce de los Andes el legado sanmartiniano
para la instauración de una sociedad libre, justa y solidaria donde
cada hombre, cada mujer, cada niño pueda edificar su vida y vivirla
según la misión redentora de un ideal generoso.
Queridos compatriotas: se trata de proyectar la figura del prócer
como un ideal universal siempre vigente, que trascienda las circunstancias
de lo cotidiano.
Los invito a que así sea para hacernos dignos de la utopía
de sus sueños; para construir la patria que él soñó
y para que todos juntos, con la fuerza moral que él nos inspira
desde el fondo inmortal de la historia, pongamos de pie a la Nación
en la dignidad del trabajo, del esfuerzo, de la familia, del crecimiento,
para hacer una patria justa y solidaria fundada en la unión, en
el respeto, en la convivencia y, sobre todo, en los valores del patriotismo
que José de San Martín encarnó en su más
alta dimensión.
Muchas gracias.
Cuando ya era unpresidente
en el exilio, Illia visitó en la Villa de Merlo (San Luis) al poeta
Antonio Esteban Agüero, y el
poeta recordaba siempre:
El presidente vino a visitarme. El mismo
con sus canas de luna y sus tristezas,
y el contento de ser un ciudadano.
Los soldados lo buscan por las calles,
por los caminos de su tierra esclava,
no esclava por él, sino por otros,
dueños de vacas y de mieses juntas.
Y el presidente no me
dijo nada, sólo me habló de don Benito Juárez, que
una mañana fusiló al imperio.
Y el presidente me miró a los ojos,
como el Padre mira a un chiquillo imberbe,
y entonces supe dónde estaba América.
ANTONIO ESTEBAN AGÜERO
(Fragmento)
Dr.
ARTURO UMBERTO ILLIA,
Presidente
de la Nación Argentina 1963 - 1966
Nació en Pergamino (Buenos Aires)
*En enero de 1982 Illia recibió el premio internacional Mahatma
Gandhi por los servicios prestados para la humanización del poder.
*Al día siguiente de su vil derrocamiento,
Illia convocó al Escribano Mayor de Gobierno con el fin de hacer
una pública manifestación de sus bienes. El 12 de octubre
de 1963, cuando asumió la primera magistratura de la República,
poseía una propiedad en Cruz del Eje obsequiada con el aporte de
4000 vecinos que habían contribuido individualmente con un peso
moneda nacional, sus útiles de consultorio, un automóvil,
y un depósito bancario de 300.000 pesos, mientras que a la fecha
de su destitución, seguía teniendo la casa, pero había
perdido el automóvil y el saldo del banco. Por otra parte, durante
los 32 meses de gobierno, dispuso de 80 millones de pesos anuales para
gastos reservados, sobre los cuales no estaba obligado a rendir cuentas.
De los 240 millones durante los años 1964, 1965 y 1966, sólo
utilizó 20 millones, entre otras cosas para la presentación
en Europa de una obra de teatro de Ricardo Rojas, y procedió a
reintegrar los 220 millones restantes a la Tesorería General de
la Nación.
*Illia era un medico de excepcional pericia y certero
diagnóstico. Incluso realizó investigaciones con
el doctor Salvador Mazza sobre paludismo y mal de chagas en la provincia
de Córdoba, probando
que las enfermedades endémicas no solo proliferaban en zonas pantanosas
como se creía sino que
también las mismas podían darse en regiones desérticas
y de bajos regímenes pluviales.
Señor jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires; don
Ricardo Illia; funcionarios del Gobierno de la Ciudad; autoridades de
la Unión Cívica Radical; doctor Armando Balbín; diputada mandato cumplido
Florentina Gómez Miranda; Aurora Padula; amigas y amigos: una vez más
nos congregamos para rendir homenaje a don Arturo Illia. Yo vuelvo otra
vez, igual que todos los años a lo largo de estos 17 que han pasado desde
el día en que se nos fue para siempre.
Eran jornadas calurosas de aquel enero, cuando llegó la noticia de que
en Córdoba se había apagado la vida de don Arturo. Llegó después aquí
para encontrar el lugar de su reposo definitivo. Una multitud lo acompañó
hasta esta casa del silencio, donde están los restos y adonde venimos
a renovar el homenaje de nuestra admiración y de nuestra fidelidad a su
prédica y a su ejemplo.
Recuerdo aquellos días del gobierno del presidente Illia. Ahí está Roberto
Cabiche, con quien compartimos la tarea en el Ministerio del Interior.
¡Qué lejos nos parecía desde la planta baja el primer piso! Porque sentíamos
que allí estaba la dimensión de un prócer. Porque don Arturo en su sencillez
republicana tenía esa imagen del prócer, basada en los valores morales
que iluminaban su figura.
Todos sentíamos la admiración hacia esa figura noble de cabellos blancos
y de gestos sencillos, que buscaba la cabeza de un niño para transmitirle
el oculto mensaje de su caricia. Todos sentíamos la admiración de esa
firmeza en las decisiones, de esa claridad en los conceptos y esa profunda
fidelidad a los principios.
Recuerdo aquellos días en que una vez pude subir hasta el despacho y llevarle
a la firma un proyecto de ley de reforma del Código Penal, para derogar
las reformas autoritarias del régimen militar y propiciar otras normas
que castigaran la corrupción o la venalidad de los funcionarios públicos.
Al lado, muy cerca, estaba Ricardo, desde la Secretaría General, acompañándolo,
y Luis Caeiro en la Secretaría Legal y Técnica.
Cómo ha pasado el tiempo y cuánto tiempo se perdió en la República por
el golpe artero que derrocó aquel gobierno que tenía la visión clara de
lo que precisaba la Argentina. La idea de un plan nacional de desarrollo,
que en las secretarías respectivas elaboraban Roque Carranza y Bernardo
Grinspun, mientras García Tudero -que aquí está- le cuidaba las cuentas.
Recuerdo que el visitante más asiduo, a quien recibía casi todos los días,
era el secretario de Hacienda, porque había que cuidar los recursos de
la Nación.
También entonces como ahora se había recibido el gobierno con lo que era
un alto endeudamiento para la época, incomparable con lo que se vive ahora,
y presiones inflacionarias que se sentían mientras un gran desorden abrumaba
desde las viejas cajas de jubilaciones a nuestros jubilados y pensionados.
Y de lo que se trataba era de reorganizar el sistema para que se pudiera
obtener la jubilación en un mínimo decente de tiempo. Porque era una aventura
iniciar el trámite, que no se sabía después cuándo terminaría.
Pero la preocupación esencial era la educación. Aquel gobierno en el presupuesto
destinó más del 23 por ciento a la educación y puso al frente del Consejo
Nacional de Educación existente entonces a una gran maestra, a Luz Vieira
Méndez, que inició una extraordinaria obra transformadora. (aplausos)
Estoy seguro que don Arturo aplaudiría con emoción que un nuevo gobierno
radical haya logrado, casi apenas llegado, que se levantara la carpa blanca
de la protesta, para reemplazarla por la esperanza de una educación mejor
en el país. (aplausos)
¡Qué lejos nos parecía desde la planta baja el primer piso! Teníamos la
sensación, aquellos jóvenes que acompañábamos a don Juan Palmero,
que ahí arriba se estaba escribiendo la historia. Y ha sido así, porque
quedó grabada esa historia en el gran ejemplo republicano de un patricio,
de un prócer, de un hombre que tenía la visión clarividente de cómo debía
construirse el futuro sobre bases sólidas, equitativas, justas y solidarias.
El creía en la ley como suprema expresión de la voluntad popular, en la
austeridad como dimensión ejemplar de los gobernantes y en la fuerza de
la opinión pública como aquello ante lo que deben rendirse quienes gobiernan
para seguir las palpitaciones de su pueblo.
Un golpe artero lo derrocó entonces. Con Ricardo Balbín le tocó
rumiar el desaliento de ver abatidas las instituciones de la República.
Pero no abandonaría la lucha sino que la seguiría en la constancia de
su presencia y de su acción en todos los caminos de la República.
Ver la figura patriarcal y sencilla de don Arturo doblando en una esquina,
solo, suelto, libre, recogiendo el respeto y la admiración de un pueblo
que empezaba a darse cuenta de cuál era el significado profundo de la
Constitución y de la vida republicana.
Por eso, dejó una lección señera, de virtud cívica, de moral democrática
y de humildad republicana que siempre reconocemos como ejemplo.
He venido todos estos diecisiete años y hoy me toca volver como presidente
de la República.
Debo confesar la emoción con que entré al despacho presidencial donde
una placa recuerda que ahí ejerció sus funciones don Arturo Illia, que
ahí ejerció también sus funciones don Raúl Alfonsín. (Aplausos).
Claro que ahí también están escritos los nombres de los usurpadores. Pero
esto muestra en la diferencia la magnitud del significado de cada uno
en el delinear de nuestra historia.
Hoy tenemos desafíos parecidos a los de entonces: la organización de un
desarrollo programado según criterios estratégicos, la necesidad de recuperar
la justicia perdida en una sociedad donde ha crecido el desempleo, la
desigualdad y la pobreza, que hoy nos exigen ingentes esfuerzos y la imperiosa
necesidad de reclamarle al pueblo que aporte su contribución para salir
del tremendo endeudamiento que nos dejan y de la grave de la situación
del desempleo y la pobreza.
Dicen que no dejaron el país en crisis, como si no debiera llamarse crisis
a un agujero presupuestario de diez mil millones de pesos y a un índice
de desempleo superior al 14 por ciento en la República, mientras se han
triplicado los indicadores de la pobreza en la Argentina.
Vamos a afrontar la crisis con el mismo coraje que lo hizo don Arturo
Illia en el ´63, con la misma firmeza con que lo hizo Raúl Alfonsín en
el ´83 para defender la Constitución y la República, la justicia y la
solidaridad en la tierra de los argentinos y el ejemplo de la moral cívica
en la conducta austera y transparente de un gobierno que no va a transigir
con la corrupción y que la va a combatir hasta las últimas consecuencias.
(Aplausos).
Hoy el país despide a otro gran gobernante. Ha muerto en Santa Fe el doctor
Aldo Tesio, gobernador de Santa Fe en los días de la presidencia
del doctor Arturo Illia.
Recuerdo que Aldo Tesio siempre venía con Carlos Contín, empeñados como
estaban en hacer el túnel que uniera a las dos grandes ciudades de las
capitales de sus provincias. Y la obra fue realizada. Don Arturo tenía
especial predilección por ambos y un gran respeto por el doctor Aldo Tesio,
que ha seguido a lo largo de su vida dando el ejemplo de su honorabilidad
y de la gran memoria de su gobierno, del gobierno con que apuntaló el
progreso de esa gran provincia de Santa Fe.
Desde aquí le rendimos nuestro emocionado homenaje y nuestro presidente
del Comité Nacional, el doctor Raúl Alfonsín, está viajando a la provincia
para llevar, en nombre de todos nosotros, el homenaje de sus amigos, de
los radicales y de todos los ciudadanos que lo admiraron por su gestión
lúcida y transparente de gobierno.
Esta ciudad de Buenos Aires, hoy le rinde homenaje a don Arturo. Por eso
está bien que el jefe de Gobierno haya pronunciado esas palabras en nombre
de la ciudad que él eligió para vivir sus últimos años.
Y vengo yo como presidente de la Nación a decir que todos los argentinos
de bien, respetan la memoria patricia de don Arturo Illia, la figura del
ejemplo republicano que es la base de la ética, fundamento para recuperar
la confianza de un pueblo que sufrió los golpes de la corrupción y la
mentira y que hoy quiere reencontrarse en la solidaridad, en la justicia
y en la decencia como en 1963 lo señalaba para toda la patria el presidente
Arturo Illia.
Hoy llegamos otra vez hasta su tumba para decirle a don Arturo que ha
merecido bien de la patria, que su nombre está en el corazón de los argentinos
y en el respeto de todos los habitantes del país, desde el norte hasta
el sur, desde el este hasta el oeste, porque él ha dejado el ejemplo de
lo más importante que puede exhibirse en la vida, que son los valores
morales que edifican la conducta puesta al servicio del pueblo soberano.
"Reestablecimos la libertad de las personas, de la justicia,
de la educación, de la cultura, de la prensa, de los sindicatos
y la política. En cada una de estas reparaciones debimos enfrentar
la resistencia, el encono y hasta el sabotaje no sólo de quienes
le impusieron al país una concepción autoritaria, sino también
de los sectores agredidos en sus privilegios por la democracia.
Siempre he sostenido que llegaba más lejos la acción de
todo un pueblo convencido de su obrar que el acto solitario del gobernante
por genial que pareciera. Esa era la superioridad histórica de
la democracia sobre el autoritarismo." RAÚL RICARDO ALFONSÍN.
"El Dr. Alfonsín
es una rareza argentina; combina el carisma con el impulso democrático.
Fortalece la democracia con el pragmatismo. En los momentos críticos
cuando las pasiones están exacerbadas y la paciencia disminuida,
hasta la más robusta de las democracias puede ser presa de un Huey
Long (o Juan Perón) o buscar la regencia de un Franklin Roosevelt
(o un Raúl Alfonsín)" Daniel Poneman,
'La democracia argentina puesta a prueba', Círculo de Lectores,
1987.
"Vale remarcar que cuando nos referimos a una sociedad
de progreso pensamos en la utopía -nunca en la quimera- de una
comunidad construida sobre la ética donde cada sector tenga la
verdad y la justicia como valores centrales, y los medios de comunicación
estén insertados en la misma filosofía." Dr. Raúl Ricardo Alfonsín
Gobernó con provincias en contra, con el senado
en contra, con la cúpula sindical en contra, con la oligarquía
en contra con la patria contratista en contra, con los medios de comunicación
privados en contra, con la estructura productiva en contra, con los militares
en contra. Y supo construir la República, con el mismo tesón
con que lo hizo a comienzos de siglo el Dr. Yrigoyen, instaurando un Estado
de Bienestar que él llama 'Estado Legítimo', entendido como
la plena complementación entre libertad e igualdad.