ILLIA Y VICTOR MARTINEZ

 

Presidente de la Nación

1963 - 1966

 

Su Presidencia

Monólogo de Tato Bores

Junio del 66, por Anselmo Marini

El Dr. Illia y el Dr. Víctor Martínez. (foto inédita)

EL GOLPE DE ESTADO: un asalto a la República

FATÍDICO 28 DE JUNIO

El 28 de junio de 1966 a la madrugada Illia se encontraba en la Casa de Gobierno, acompañado por los ministros, colaboradores, algunos senadores y diputados nacionales radicales. A las 5.10 horas, de ese día martes penetraron el general Julio Alsogaray, el Jefe de la Casa Militar brigadier Rodolfo Pío Otero, el coronel Luis Perlinger y un grupo de oficiales. El diálogo reconstruido fue publicado por la revista "Somos" el 21 de enero de 1983:


Alsogaray: -Vengo a cumplir órdenes del comandante en jefe...
Illia: -El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas soy yo. (Señalando un libro que está a un costado de su mesa). Mi autoridad emana de esa Constitución que nosotros hemos cumplido y que usted también ha jurado cumplir. A lo sumo, Usted es un general sublevado que engaña a sus soldados.
Alsogaray: -En representación de las Fuerzas Armadas vengo a pedirle que abandone este despacho. La escolta de granaderos lo acompañará.
Illia: -Usted no representa a las Fuerzas Armadas, sino tan sólo a un grupo de insurrectos. Usted y quienes lo acompañan actúan como salteadores nocturnos...
Alsogaray: -Señor Presid... (rectificándose) doctor Illia... Varias voces: -¡Señor Presidente!
Alsogaray: con el fin de evitar actos de violencia, lo invito nuevamente a que abandone esta casa.
Illia: -Son Ustedes quienes están provocando la violencia. Ustedes no tienen nada que ver con el Ejército
de San Martín y de Belgrano. Le han causado mucho mal a la patria y lo seguirán causando. El país los condenará por esta usurpación...
Alsogaray: -Usted está llevando las cosas a un terreno que no le corresponde, doctor IIlia; le garantizamos su traslado a la residencia de Olivos. Su integridad física está asegurada.
Illia: -Mi bienestar personal no me interesa. Me quedo trabajando en el lugar que me indica la ley y mi deber: Como comandante en jefe, le ordeno que se retire.
AIsogaray: -Yo sólo recibo órdenes del comandante en jefe del Ejército.
IIlia: -El único jefe supremo de las Fuerzas Armadas soy yo. Ustedes son los insurrectos. i Retírense!
Los jefes militares abandonan el despacho presidencial. A las seis, retorna el coronel Perlinger en compañía
de oficiales subalternos. Perlinger se acerca por la izquierda hasta la mesa de llIia y le dice en tono firme: Perlinger: -Doctor Illia, en nombre de las Fuerzas Armadas, vengo a decirle que ha sido destituido.
Illia: -Ya le he dicho al general Alsogaray que ustedes no representan a las Fuerzas Armadas.
Perlinger: -Me rectifico. En nombre de las fuerzas que poseo...
Illia: -Traiga esas fuerzas.
Perlinger: -No lleguemos a eso...
Illia: -Son ustedes los que emplean la fuerza, no yo.
Perlinger y sus acompañantes se retiran. A las 7.25 vuelve Perlinger está vez al frente de un grupo de efectivos de la guardia de infantería de la Policía Federal, portando pistolas lanzagases.
Perlinger: -Doctor llIia, su integridad física está plenamente asegurada, pero no puedo decir lo mismo a las personas que se encuentran con usted. Ellos serán desalojados por la fuerza.
IIlia: -Su conciencia le va a reprochar lo que esté haciendo. (dirigiéndose a la tropa policial). A muchos de Ustedes les dará vergüenza cumplir estas órdenes indignas de quien ni siquiera es su jefe. Acuérdense: cuando cuenten a sus hijos lo que hicieron en este momento, sentirán vergüenza...
Perlinger: Dr Illia tendremos que usar la fuerza... Illia: -Es lo único que tienen... Perlinger: (Con tono enérgico, a sus subordinados): -Dos oficiales a custodiar al doctor Illia, los demás
avancen y desalojen el salón. La tropa avanzó mientras que los dos oficiales de policía que debían vigilar a Illia no pudieron cumplir su cometido, pues éste fue inmediatamente rodeado por sus colaboradores. Hubo forcejeos, pero en pocos minutos el despacho fue desalojado. Illia y sus colaboradores bajaron por las escaleras hasta la planta baja, seguidos de cerca por el pequeño batallón de lanzagases. Eran las 7.40 Sobre las veredas de la Plaza de Mayo y del Banco Nación, varias docenas de soldados cuerpo a tierra apuntaban hacia la Casa Rosada con sus fusiles. A las 7.45 Illia subía a un taxi, rumbo a la casa de su hermano en Martínez. "
"Somos" no reprodujo con fidelidad los diálogos. Otros testimonios nos permiten afirmar algunas expresio- nes importantes, luego de mencionar que casi todo el equipo balbinista acompañaba a Illia en la circunstancia. Alsogaray se había colocado a la izquierda del Presidente IIlia, quien sin levantar la cabeza, ni mirarlo siquiera, ni inmutarse, continuó con lo que estaba haciendo en ese momento. Eso habría molestado al militar, quien irritado pretendió arrebatarle una fotografía que en ese momento Illia firmaba para uno de sus colaboradores (un empleado de la secretaría privada, o el jefe de la misma, Miguel Angel López, o un ordenanza, según distintas versiones) Illia impidió que el militar le arrebatara la fotografía y, seguidamente, se produjo una parte del diálogo, que la citada revista no tuvo en cuenta:
Alsogaray: -Deje eso, permítame... Illia:-cállese... Yo no lo conozco. ¿Quién es usted?
Alsogaray: -Soy el general Alsogaray:..
Illia: -Espérese. Estoy atendiendo a un ciudadano, ¿cuál es su nombre amigo? Alsogaray: -Respéteme...
Illia: (Al concluir de firmar la fotografía) Este muchacho es más que usted. Es un ciudadano digno y noble. (Parándose y dirigiéndose al general) ¿ Qué es lo que quiere?
Alsogaray: -Vengo a cumplir órdenes del comandante en jefe. ..
Luego, sigue en líneas generales el diálogo ya reproducido, pero con una variante:
Alsogaray: -En representación de las Fuerzas Armadas le pido que abandone el despacho.
Illia: -U sted no representa a las Fuerzas Armadas, sólo representa a un grupo de insurrectos. Usted y quienes lo acompañan actúan como salteadores nocturnos, que como los bandidos aparecen de madrugada para tomar la Casa de Gobierno...

Años después, el coronel Luis C. Perlinger envió al doctor Illia la siguiente nota:
" principios de 1966 siendo usted Presidente de la Nación, tuve algunas reuniones en Mar del Plata y en Buenos Aires con generales que ocupaban altos cargos en el EMGE, a los cuales traté de convencer de no romper el orden institucional. Ante la inutilidad de mi prédica y guiado por el desconcepto de que la unidad de la fuerza amenazada por casos aislados de oposición era más importante que el respeto a la Constitución, me plegué al movimiento que estalló el 28 de junio.
Circunstancias que no se buscan, pero que se dan con frecuencia en los hombres de acción me asignaron un rol imporlante en su destitución.
En una presentación fechada en julio de 1976, que repartí profusamente y de la cual me ocupé de enviarle un ejemplar escribía: 'Hace 10 años el Ejército me ordenó que procediera a desalojar el despacho presidencial. Entonces el doctor Illia serenamente avanzó hacia mí y me repitió varias veces: Sus hijos se lo van a reprochar. ¡Tenía tanta razón! Hace tiempo que yo me lo reprocho porque entonces caí ingenuamente en la trampa de contribuir a desalojar a un movimiento auténticamente nacional.
Usted me dio esa madrugada una inolvidable lección de civismo. El público reconocimiento que en 1976 hice de mi error; si bien no pude reparar el daño causado, da a usted, uno de los grandes demócratas de nuestro país, la satisfacción de que su último acto de gobiemo fue transformar en auténtico demócrata a quien lo estaba expulsando por la fuerza de las armas de su cargo constitucional..."

(Extraído del libro: "Ricardo Balbín: el radicalismo y la república", de Eduardo Giorlandini, editado por la Cámara de Diputados de la Nación, en 2001. Prólogo de Rafael Pascual.)

 

El Golpe a Illia visto por el Gobernador Anselmo Marini

 

ILLIA DEJA EL GOBIERNO

"Así entró la usurpación. Gustavo Gabriel Levene en su "Nueva Historia Argentina", dice: "Nada podía justificar este movimiento. Pues a pesar de algunas fallas en el gobierno del Dr. Illia, la situación económico-social, apuntaba signos positivos".
El producto bruto de la renta nacional "per cápita" había aumentado el 12.5% sumando los años 1964-65; la balanza comercial, favorable en más de mil millones de dólares entre 1963-65, alcanzaba la alta cifra de 400 millones de dólares en los primeros seis meses de 1966; la deuda externa había sido reducida de 3.390 millones de dólares a fines de 1963, a 2.650 millones de dólares a principios de 1966; el stock ganadero, recuperándose, subía de 40 millones de bovinos en 1963 a casi 47 millones en 1966; la desocupación disminuía (8,8% en 1963; 5,6% en 1966), el salario real del obrero industrial se había acrecentado en más de un 8% en enero de 1966 con respecto a 1963.
En otro orden de cosas, la democracia política se ejercitaba con total amplitud. No había censura. Un gobierno sin estado de sitio y sin sacar las tropas a la calle.
¿Cómo explicar entonces el movimiento del 28 de junio? Porque se le dio el voto a los "peronistas"; por la política de "estatización" que en materia petrolera acarreó la oposición de quienes se denominan partidarios de la "líbre empresa". Por la actitud del Dr. Illia quien, solidario con el sentir común del país, se negó al envío de tropas argentinas a la Isla de Santo Domingo, convulsionada después de la caída del dictador Trujillo. Ese envío se consideró ventajoso descargo que el gobierno norteamericano buscaba obtener en las responsabilidades por él asumidas en Santo Domingo al intervenir allí con fuerzas militares sin la correspondiente y previa consulta al resto de los países americanos. Es muy probable que las dos últimas causas señaladas hayan sido los factores para determinar la "Revolución Argentina". Nacida de las cuarenta manzanas alrededor de la Casa Rosada, que tienen la caja de resonancia del país. Los controles extranjeros no permitieron su continuidad. La Revolución Argentina, nunca se hizo, aparece como invitada la violencia, se cerraron las puertas de la justicia, para que cada uno la aplique a su manera y muchas veces con sangre, cerraron los canales donde todos se expresaban libremente con sus ideas y sus matices, secuestros, asesinatos, presos políticos que durante el anterior gobierno no se conocían. Una época despótica y sangrienta. Monárquica, monasterial, con total falta de imaginación de sus gobernantes. "

 

(Extraído del libro 'UCR, 100 años de historia' de EDEL CELESTINO 'NEBLINA' CIARDIELLO)

La Marcha Radical atronaba en los accesos de la Casa Rosada. Eran las 7.29 del 28 de junio de 1966. A las 7.30 atronó el Himno Nacional, pues Arturo Umberto Illia, tras 45 meses de gobierno, dajaba el poder. Salió acompañado entre otros por el doctor Miguel Angel Zavala Ortiz, su Canciller, quien gritó en ese instante: 'volveremos'. En medio del cáilido asedio de la gente radical el doctor Illia llegó en andas hasta Rivadavia. Desistió del coche oficial que se le ofrecía y pidió un taxi que no llegó.

Foto y texto de la Revista GENTE.

Cuando ya era un presidente en el exilio, Illia visitó en la Villa de Merlo (San Luis) al poeta Antonio Esteban Agüero, y el
poeta recordaba siempre:


“El presidente vino a visitarme. El mismo
con sus canas de luna y sus tristezas,
y el contento de ser un ciudadano.
Los soldados lo buscan por las calles,
por los caminos de su tierra esclava,
no esclava por él, sino por otros,
dueños de vacas y de mieses juntas.

Y el presidente no me dijo nada, sólo me habló de don Benito Juárez, que una mañana fusiló al imperio.
Y el presidente me miró a los ojos,
como el Padre mira a un chiquillo imberbe,
y entonces supe dónde estaba América.”

ANTONIO ESTEBAN AGÜERO (Fragmento)


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