"No lo abruman el mármol y la gloria. / No es un eco antiguo que la cóncava fama multiplica. / Es él. Es el testigo de la Patria..."
Jorge Luis Borges
"Nació en La Plata, murió repetidas veces en cualquier lugar, no se arrodilló ante nadie, salvo ante el amor y la tragedia. Fue un dado ciego en un cubilete de hierro; un perro en soledad, una campana orgullosa y ronca..."
Roberto T. Speroni
Ricardo Balbín es epónimo de su tiempo, nace al calor institucional de la Argentina promisoria que se perfila con la Revolución Radical de 1905. Hipólito Yrigoyen fue el cenit de su praxis política y Leandro Alem el silente motorizador de su ideario liberal y orgullosamente dieciochesco.
Hablar de la vida política de Ricardo Balbín es introducirse en el seno mismo de la vida gubernamental de la República Argentina, con sus vaivenes pendulares que la llevan de una democracia yrigoyeneana a ser 'tristemente célebre en el mundo civilizado'. La historia de Balbín se confunde con la Historia de su tiempo, con la de la Argentina y de la Unión Cívica Radical. Por ello, no es poco elocuente la cita inicática de Borges, del poema dedicado a Sarmiento. Balbín participó de todos los acontecimienos públicos de la Argentina de comienzos de siglo. Nace en 1904, y en su más temprana juventud ingresa en las filas de la militancia universitaria y de la Unión Cívica Radical. La Reforma Universitaria de 1918, y el gobierno pujante de Yrigoyen, ciñen sus inicios en la política; pero son los duros años de la vuelta oligárquica militar, de las proscripciones al radicalismo, de las persecuciones políticas los que acrisolan su temple cívico. La década infame hace surgir en la personalidad de Balbín, el apostolado republicano que lo llevará a entregarse completamente a la actividad política, con alma de humanista.
Los años en que fue partícipe principal de la vida argentina dieron prueba de su hombría de bien y su estoicismo que recordaba la imagen del Gran Elpidio González. Le tocó en suerte una época extraña que le pagó su servicio a la Patria con la cárcel y las persecuciones políticas. Durante los años del despotismo se le acumulaban las causas penales que le armaban los jueces adictos al poder de turno, y aquellos avatares le impidieron volver a cargo público alguno, después de haber presidido el notable Bloque de diputados nacionales de la Unión Cívica Radical, llamado el 'bloque de los 44'.
Perdió muchas cosas por su lucha política, pero el país ganó en creces su entrega desinteresada. La lucha de Don Ricardo también se la debemos a Doña Indalia Ponzetti, la mujer que lo acompañó y guió desde la juventud; y a su hermano el Dr. Armando Balbín, quien sacrificó su propia vida política por acompañar a Ricardo.
La humildad que caracterizó la vida de Don Ricardo ponen en su boca los versos del platense Roberto Themis Speroni: "No hagan con mi perfil una medalla; levanten en mi llaga una arboleda, y construyan, donde mi hueso queda, un campo de silencio o de batalla."
En esta sección especial de la Web Site de Balbín (http://ricardobalbin.tripod.com), con motivo de los 100 años del nacimiento del líder radical, invitamos al debate a los radicales y a los argentinos en general, sobre el legado balbiniano, y la necesidad que aún tenemos de su palabra encendida y su ejemplo vivificante. Reproducimos dos textos del biógrafo por antonomasia de Ricardo Balbín, el Dr. Eduardo Giorlandini, conocido abogado, escritor y poeta de Bahia Blanca; y una pequeña biografía del historiador y abogado Diego Barovero, que como autoridad del Instituto Yrigoyeneano viene desarrollando una importante tarea de rescate de la Historia de nuestro centenario Partido. Además les ofrecemos el texto de nuestro querido y recordado Don Anselmo Marini, que escribiera para la selección de discursos de Balbín que hizo Carlos Giacobone.
Matías Bailone