Diciembre de 2001 en la Argentina, la oposición
usurpa la Casa Rosada desestabilizando el gobierno y organizando saqueos
en todo el territorio del país. Lo más lamentable fue que
algún sector de la Unión Cívica Radical lo ayudó
en ese cometido. Cómo obligaron a De la Rúa a redactar la
renuncia.
la última foto de Fernando De la
Rúa en el despacho presidencial
"¿Es el influjo de la noche o la vergüenza
del día lo que hace que la tiniebla sepulte la faz de la tierra
...?" Shakespeare, 'Macbeth'.
Por Matías Bailone. Exclusivo
para 'Ricardo Balbín Web Site'
Las cámaras de televisión ávidas de sangre y fuego
provocaban el caos, y el lente de sus máquinas parecía un
aleph diabólico donde convergían los negros jinetes del
Apocalipsis.
El mes de diciembre de 2001 era el colofón de una catástrofe
anunciada en un país situado al Sur de la cordura, en un país
que se resiste a ser República, y que afanosamente busca aferrarse
a las calamidades de turno.
Todo el año 2001 estuvo marcado por un solo designio: derrocar
el gobierno del Dr. De la Rúa, y los conspiradores no escatimaron
esfuerzos para lograr su cometido. Sin solución de continuidad
se reagruparon los sindicatos y armaron 'planes de lucha' con paros nacionales
y protestas violentas, y los gobernadores peronistas no apoyaban con sus
legisladores ni las leyes que necesitaba el gobierno ni el presupuesto
nacional. Ello buscó fructuosamente desestabilizar la gobernabilidad,
forzar la renuncia del gobierno nacional: tomar el poder que las urnas
le habían negado al peronismo. Esta conspiración, que por
lo grandilocuente fue indisimulable y burda, tomó cuerpo cuando
el peronismo con mayoría en el Senado elige como virtual vicepresidente
(debido a la renuncia de Alvarez) a un peronista, produciéndose
algo nunca visto en la historia, que la oposición vaya carcomiendo
el poder y devorando cuanto encuentra a su paso.
Pero estas prácticas caníbales del peronismo, que no sorprenden
por ser históricas, encontraron en la gran mayoría de la
prensa basura su aliado incondicional. Así fue como se montó
toda una pantomima televisiva de los periodistas ventrílocuos reaccionarios
que se mofaron sistemáticamente de la investidura presidencial
y de la persona del Señor Presidente. Todo esto traía a
la memoria las campañas mediáticas que desprestigiaban a
Irigoyen e Illia, que abonaron el terreno para que la gente se sintiera
decepcionada y frustrada, y para los sendos golpes de estado que dejaron
tumbada a la democracia.
La historia es terriblemente cíclica, y algunos personajes nefastos
para la República no tienen más que hambre de presente,
y no disimularon el objetivo que desvelaba sus sueños. Esos personajes
que desprestigian la raza humana, cuando lograron la caída de De
la Rúa hicieron mutis por el foro y aún disfrutan del poder
y de las ganancias de la devaluación. ¿Qué sabemos
de Moyano, Daer, Puerta, Ruckauf, y todos los que poblaban los espacios
televisivos con sus burlas a De la Rúa?. ¿Dónde estan
los saqueadores de supermercados, que apenas se fue De la Rúa no
volvieron a delinquir?.
A un año de ese fatídico diciembre en que la República
fue ultrajada nuevamente, sólo queda la esperanza de enmendar el
camino, aunque es muy difícil que eso pueda suceder. De lo que
sí estamos seguros, es que nunca más en el territorio de
la Argentina se podrá ensayar otro gobierno que no sea peronista.
Porque el ansia de poder que los hace vulnerar la Constitución,
las leyes y los principios democráticos, no podrán dejar
a alguien que no sea heredero de la triste y lamentable historia peronista,
guiar los rumbos del país.
Este fenómeno no es exclusivamente argentino, ya que en Italia
también se vive un 'risorgimiento' del ideario de Mussollini, y
así los patéticos sucesores de aquellos dictadores de derecha
militarizada, ganan terreno de mano de un populismo aggiornado.
La Argentina está enferma, no diría de peronismo, para no
darle a este término más importancia del necesario, sino
de demagogia reaccionaria que viene de los tiempos de Rosas, o aún
antes, cuando los caudillos provinciales desestabilizaron los primeros
gobiernos patrios. Y sus sucesores y aplicados discípulos, los
gobernadores de provincia, aprendieron cómo poder hacer renunciar
a un Presidente honesto, que se negaba a devaluar la moneda.
Fragmento del Recurso Extraordinario
presentado por la defensa del Dr. De la Rúa, ante la Cámara
Federal.
"...
fueron los episodios del 20 de diciembre del año 2001. La jornada
se cargó de violencia y culminó con la renuncia del presidente
constitucional de la Nación Doctor Fernando De la Rúa ,
quien ante el curso de los acontecimientos y el rechazo a su llamado de
unidad la concretó para evitar la quiebra institucional de la República.
Con todo, la Nación sufrió el daño de la interrupción
de un mandato constitucional de origen popular y legítimo para
ingresar a una transición parlamentaria de legitimidad disminuída,
sin prestigio ante el mundo y sin respuesta para los problemas del país.
Se ha denunciado la existencia de un complot para provocarlo, por la concurrencia
de factores políticos, económicos y sociales que concertaron
sus acciones al efecto. Una de estas acciones fueron hechos de violencia
iniciados el lunes 17 de diciembre en distintos lugares y sobre todo en
Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, con asalto de mercados y el
penoso saldo de víctimas en los diversos sucesos y atentados contra
bienes públicos y privados por actores movilizados a ese fin sin
perjuicio de la participación ocasional de otros.
Nada ocurría mientras tanto en la ciudad de Buenos Aires. Pero
los sucesos del interior adquirieron tal dimensión que lo meramente
local trascendió al punto que los propios gobiernos locales en
especial el de la provincia de Buenos Aires de Carlos Ruckauf reclamaron
se estableciera el estado de sitio autorizado por la Constitución.
Luego de consultar con todos los gobernadores y los líderes parlamentarios,
el Poder Ejecutivo Nacional proveyó a su establecimiento el 19
de diciembre. La medida fue apoyada por gobernadores, legisladores, opositores,
y comunicada al Congreso para su ratificación, y la Asamblea Legislativa
le reconoció expresa validez. Dejada sin efecto el 21, el senador
Puerta al hacerse cargo del Ejecutivo la impuso nuevamente. El Presidente
De la Rúa consideró necesario informarlo a la población
para restablecer la tranquilidad pública ante la preocupación
general pero el clima de descontento que se venía generando por
las dificultades económicas determinó una ruidosa protesta
en la Capital y el conurbano, que en general fue pacífica, sin
excluir algunos signos de violencia subsistente contra supermercados.
Seguramente el anuncio esperado por unos no conformó las expectativas
de otros.
La finalidad de la medida era frenar la violencia y restablecer el orden
y la paz, obrando con efecto disuasivo. Por eso mismo no se reglamentó
ni se impartieron instrucciones ni hubo restricciones a la libertad por
su causa, aunque fuera invocado el día 20 cuando se produjeron
detenciones por disturbios. El decreto de estado de sitio se dictó
el miércoles 19 por lo que venía ocurriendo en el interior
desde el lunes, ante el reclamo de varios gobernadores y el clamor de
las víctimas de los saqueos. En las provincias de Santa Fe, Buenos
Aires y otras, hubo que lamentar muertos.
VE. quiere hacer derivar del estado de sitio las protestas y la violencia
para justificar su tesis final. En el punto II comienza "a partir
del estado de sitio...se desarrollaron en todo el país protestas
públicas", para seguir diciendo que en la Capital ya en la
noche del 19 y madrugada del 20 comenzaron a producirse episodios de violencia
entre manifestantes y policías como el ocurrido en el Congreso
y luego, que esto "permitía pronosticar objetivamente que
la jornada del 20 de diciembre se presentaba en la ciudad de Buenos Aires
como conflictiva".
La verdad es otra. Más allá de la protesta por lo económico,
a partir del anuncio del estado de sitio las noticias del interior fueron
positivas. La violencia y los asaltos cedían. En la Ciudad de Buenos
Aires, por eso, igual que en el interior, no se esperaban hechos violentos.
Durante la mañana menos de cien personas estaban cerca de la Casa
de Gobierno. En forma pacífica y ordenada fueron invitados a desplazarse
detrás de la valla de mitad de la Plaza. Nada presagiaba una jornada
ni conflictiva ni difícil. Al contrario, la orden de la jueza federal
Servini de Cubría de ubicar a la gente detrás del vallado
fue cumplida. No hubo ninguna disposición del poder político
para actuar de determinada manera. Los procedimientos fueron exclusivamente
policiales o judiciales.
Las imágenes muestran que al reunirse mayor número de personas
se produjo una pugna en torno a la valla, de avances y retrocesos. Al
avanzar las horas, lamentablemente, aparecería la violencia. Desde
las 14.30 vehículos a propósito trajeron manifestantes que
sumaban a su protesta la agresión a las fuerzas policiales. Pero
luego todo pareció cesar. Los grupos se retiraban, la paz volvía.
Sin embargo, el repliegue hacia la Av.9 de Julio resultaría en
nuevos y más graves hechos de violencia.
A las 16.30 aproximadamente se produjo un grave incidente en el edificio
donde funcionan el Banco HSBC y la Embajada de Israel. Debe determinarse
qué ocurrió entre manifestantes y custodios. Lo cierto que
una persona resultó muerta. El trágico hecho, sin embargo,
es ajeno al control de las manifestaciones. Está claro que fue
ajeno al desenvolvimiento de los sucesos de ese día en cuanto a
preservar el orden y encauzar o contener las manifestaciones, consistiendo
en cambio en la actuación de la custodia del edificio, o del Banco,
o de la Embajada, que en modo alguno puede atribuirse a una falta de control
de la Secretaría de Seguridad ni a la falta de confianza en la
Policía, ni a la supuesta magnitud del operativo, ni a ninguna
otra de las muchas razones que invoca VE. Fue efecto de la acción
de quienes custodiaban el edificio quienes al disparar armas de fuego
tuvo ese lamentado saldo letal. El personal policial refugiado en su interior
no altera esta conclusión. Un refuerzo de guardia es de rutina,
los delitos que puedan atribuírseles son de responsabilidad individual.
Por lo tanto, rechazamos por arbitraria la imputación culposa de
este hecho.
Rechazamos también la atribuida responsabilidad por los heridos
que se afirma lo fueron por balas de plomo y debidas al accionar policial.
A esta altura, el único razonamiento efectivo se refiere a la actuación
de las patrullas de control. Nada demuestra que otros agentes hayan obrado
con esa munición que está prohibida, no fue provista y nunca
la admitió ni la Policía ni el Gobierno. En modo alguno
puede atribuirse a éste responsabilidad por hechos cuya autoría
no consta y si ocurrieron no corresponden a los procedimientos normales
y esperados, sin perjuicio de que no hubo, como dijimos, una decisión
política central del Gobierno nacional sino una actuación
policial dentro del deber y las regulaciones legales.
En la Av. 9 de Julio donde se concentraron los manifestantes, surgió
otra vez el dolor de la tragedia. Hubo muertos. Al promediar la tarde,
cerca de las 19.30, cuando ya el Doctor De la Rúa había
enviado su renuncia al Congreso, se produjeron heridos y fallecimientos
en esa zona. Nada lo justifica. El Gobierno lo condenó. La acción
del Doctor De la Rúa fue siempre de solución pacífica
de los conflictos. Las muertes, las heridas, son una dolorosa señal
de esa jornada. Nada justifica la pérdida de vidas, el sufrimiento
de una persona, la sensación de violencia de una sociedad.
Civiles y policías heridos mostraban la exaltación de ese
día . Deben determinarse las responsabilidades: si hubo exceso
policial, los culpables; si alguien envió grupos de choque, los
responsables.
La violencia de esos días a partir del lunes 17 en varias provincias
argentinas y el 20 en la ciudad de Buenos Aires, con su trágico
saldo de muertos y heridos, quedará como dolorosa señal
de esas jornadas. El drama quiso usarse políticamente para provocar
la caída del Gobierno. Se informó erróneamente sobre
los fallecidos en cuanto a sus causas y lugar del suceso. Esto es parte
de lo que ocurrió. Lo esencial es el respeto a la vida, la defensa
de la paz y la no utilización de las personas para fines egoístas
o ambiciones políticas. Quienes lo organizaron hoy se ocultan pero
queda el dolor por las consecuencias. Interpretando el sentir de nuestro
defendido queremos rendir respetuoso homenaje a quienes sufrieron por
los acontecimiento en cualquier lugar del país y cualquiera haya
sido su posición, sobre todo a quienes perdieron la vida y a sus
familias. La vida humana es el valor más alto de una sociedad.
El respeto a su dignidad es una concepción fundamental de la vida
republicana y democrática, en nuestra Patria donde debe unirnos
el valor de la paz, la libertad y la justicia.
Los miembros del Gobierno de entonces y nuestro defendido particularmente,
repudiaron y condenaron la violencia. Han sufrido intensamente el dolor
de las muertes. Los conflictos políticos no se resuelven así.
El Doctor De la Rúa , conciente de los deberes de su función
y de la crítica situación del país, con la profunda
preocupación de esa violencia, aun sin saber que había personas
fallecidas, declaró estar dispuesto a declinar el cargo para el
que fue elegido, no designado. Así lo explicó públicamente
ante la prensa hacia las 16 del jueves 20. La violencia atentaba contra
la unión nacional. Sin esa unión, sin apoyo parlamentario
para la aprobación de leyes decisivas como el presupuesto para
destrabar el crédito internacional y la ayuda financiera, las dificultades
de la situación se profundizarían. La oposición apostaba
a ocupar el gobierno y a la devaluación y el default. Así
las cosas, podían haberse ahorrado la violencia. El Presidente
renunció para preservar la paz y la continuidad institucional de
la República. Como se vería después, hubo una operación
concertada para provocar el cambio de gobierno. Lo investiga el Doctor
Oyarbide. No fue casual. Hubo una programación que no midió
riesgos ni consideró valores ni vidas. Es lo que falta investigar.
Esos, esos tenían interés en que la violencia se extremara
para precipitar la crisis, algo completamente opuesto a lo que podía
desear el Gobierno. (...) "
"...Y a partir de entonces ya no le quedaron
esperanzas. El jefe de la bancada justicialista de Diputados, Huberto
Roggero le pidió el juicio político, pero fue su correligionario,
el senador Maestro el que le dio la puntilla al anunciar su renuncia
antes de que se hubiera producido. Mientras él (De la Rúa)
sacaba la estilográfica para redactarla, Canal 13 anunciaba el
triunfo de la fracción devaluadora del gran capital,
anticipando que el dólar pasaría a cotizarse en un peso
con cuarenta centavos. Profecía que se vio demorada una semana,
debido al inesperado ascenso de Rodríguez Saá,y no tardó
en corregirse (apriete en Chapadmalal mediante) para coronar al ungido
de la Corporación, que devaluó, pesificó y licuó
deudas de los grandes grupos tal como estaba acordado." Miguel
Bonasso, fragmento de 'el día final' nota publicada en
Página 12, el domingo 15/12/02.-