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Ricardo Balbín: "Las FF.AA. nos echaron del Poder.

Pero ellas no nos devolverán el Gobierno. Será el pueblo o no será".

REVISTA EXTRA - AÑO VIII - Nº 87 - OCTUBRE 1972

1972

Extra: ¿Qué va a hacer usted -por supuesto en el Gobierno- con la Universidad?

Balbín: Estoy seguro que el gobierno tripartito es el más eficaz y la Universidad debe ser integrada sobre una base auténtica. No como ahora, que está desnaturalizado. La autonomía universitaria, la participación del estudiantado en el gobierno de la Universidad, con el régimen que trajo la Reforma, permite conocer en verdad la orientación de la juventud, porque el voto es obligatorio, de modo que el estudiante que no vota no da examen. Entonces, el cuerpo integral del estudiantado es el que participa en la lucha y la determinación. Ahora, en cambio, minorías que son el fondo antirreformista crean está falsa imagen de la universidad anarquizada.

Extra: ¿Qué reformas haría, globalmente, en la educación?

Balbín: Creo definitivamente en el afianzamiento de la escuela pública. Aquí ha habido una derrota indirecta de la escuela pública, que es la infraestructura; un designio de matarla de abajo para arriba, inferiorizando el ámbito físico de desarrollo. La educación pública ha sido totalmente abandonada, deteriorada. Está demostrado que la enseñanza privada no va a los lugares de real necesidad, sino que se ubica en las zonas ricas. La orientación será ir reduciendo al mínimo el aporte del Estado y afianzar la enseñanza pública. Esto también determina una modificación en los planes de estudio, porque no hay que dejar sorprender a una juventud futura con los problemas que deben advertirse desde ahora. El mundo tecnológico va requiriendo prepararse. Pienso que el Estatuto del Docente debe modificarse porque da ventajas a la enseñanza privada sobre la pública. Por ejemplo, para la designación de maestros se tienen en cuenta los puntajes; está demostrado que en las escuelas privadas el puntaje es más alto que en las públicas, lo que implica salir con ventaja.

Extra: Se estiman en dos millones las parejas que están ilegalmente unidas. ¿Qué van a hacer los radicales con el divorcio?

Balbín: El hecho de la existencia de este tipo de parejas está marcando una novedad. Esta situación se advertía más en el interior del país y en las zonas más enrarecidas; ahora se han multiplicado los efectos. Se han trasladado. Sobre el divorcio, el partido no se ha pronunciado nunca. No creo que está convención lo haga, razón por la cual hay una cierta libertad de decidirse.

Extra: ¿Cuál es su posición personal sobre el asunto?

Balbín: Yo tengo una filosofía muy especial, que a alguna gente joven le puede parecer regresiva. Advierto que el mundo se descompone un poco, y lo admito, pero creo que es irreversible y va para adelante. Cuando este proceso, que puede tener exageraciones, se acentúa, el poner diques y no barreras infranqueables es inútil al medio social. Si tuviera algún reparo, no se refiere a la institución, sino que es una pequeña valla que se tiene que saltar para esto que yo denomino "una liberación prematura" de la juventud argentina. Si fuera una necesidad social el divorcio, tendría mi apoyo. Si advirtiera que éste no es un reclamo vigoroso y serio, atendería estas razones. No me pongo ni en lo uno ni en lo otro, ni quiero ser ecléctico. Explico mi estado de ánimo.

Extra: ¿Qué va a hacer usted como presidente contra la violencia, si es que ésta sigue?

Balbín: Yo he sido violento; cuando he tenido que luchar con dureza he tomado la tribuna y he dicho con atrevimiento y agresión tantas cosas como hubo que decir. Hemos pasado etapas muy duras, donde a la agresión había que responder con agresión. Está es una cosa. Si hay un estado de injusticia, el afectado tiene derecho al reclamo. Si no se escucha al afectado, éste hace un acto violento para llamar la atención; esto está plenamente justificado. No creo que exista violencia de abajo si no está promovida por la injusticia realizada de arriba. Dentro de está violencia lógica, aparece la otra, la ideológica, la subversiva, la que oculta sus jefes e ideología, porque sabe que es contraria al pensamiento natural del país. Puede ser un nacionalismo de extrema derecha, como puede ser de extrema izquierda, que, si les miramos las espaldas, se están dando la mano por atrás. Si tomamos la biografía de los prófugos, no advertimos contenido obrero, si no más bien vemos que estos jóvenes provienen de hogares pudientes.

Extra: ¿Cómo va a neutralizar esa violencia?

Balbín: Primero hay que liquidar los actos que determinan la injusticia. Conducir la economía dándole un sentido igualitario, reestructurar el país dándole un sentido nacional auténtico para enfervorizar al hombre argentino. Escuchar los reclamos legítimos y resolverlos; de está manera circunscribimos la subversión a sus escasos límites exactos. No creo que la presencia de un gobierno civil termine con esto, porque no es solamente en la Argentina, sino en casi toda Latinoamérica. Circunscripta, no se transforma en este peligro que puede multiplicarse frente a una gravitación de la injusticia.

Extra: ¿Qué áreas de poder quedarían en manos militares?

Balbín: Habría que establecer algo antes que nada. Ustedes mismos se habrán preguntado: ¿De qué vale alcanzar el poder si después no le gusta a la gente de armas y sale de nuevo de los cuarteles? No vivo con tanta simpleza el asunto. Las FF.AA. son una institución necesaria, ubicada en su justo límite. Lo que debe ocurrir es que deben participar del Gobierno, como fue tradicionalmente y el país anduvo bien. En otras épocas estaban los ministros militares, responsables, iguales que los otros ministros, que manejaban su área y participaban del Gobierno. Hay que volver a este sistema, porque de la otra manera no hay participación evidente.

Extra: De 34 empresas del Estado, 28 están en manos de las Fuerzas Armadas. ¿Si usted modifica está situación después de llegar al Poder, se puede considerar una agresión?

Balbín: Pierde jerarquía el presidente. Si su presencia en la Casa de Gobierno está condicionada a que tolere algo que no debe tolerar, mejor que no vaya. En este país, después de todo lo que ha pasado, el presidente debe llegar a resolver problemas, y si lo hace con miedo va al fracaso.

Extra: Resulta sorprendente que las Fuerzas Armadas, que lo sacaron violentamente del Poder, ahora están dispuestas a devolvérselo. ¿Qué pasa en el espíritu militar?

Balbín: Si hubiera sido en razón de las personas, pudiera ser que fuera válida su pregunta. Illia llegó al Gobierno como expresión mayoritaria del colegio electoral. Las FF.AA. llegaron sin un voto, por propia determinación. No son, por lo tanto, ahora ellos los que determinan qué fisonomía llega; si se acepta la urna, es el pueblo el que decide. Las FF.AA. nos echaron del Poder. Pero ellas no nos devolvieron el Gobierno. Será el pueblo o no será.

Extra: Pareciera que hay nueva actitud en lo que hace a lo radical a partir de 1966 hacia acá. Algo que tiene mucho que ver con la llamada intransigencia radical. Eso se vio bien en la presidencia del doctor Illia. Ustedes llegaron al Poder con sus personas y con sus ideas, y así decidieron gobernar y así lo hicieron. En cambio usted ahora habla permanentemente de las coincidencias, de abrirse hacia otras ideas e inclusive de aceptarlas.

Balbín: El problema de la intransigencia surge con el nacimiento mismo del partido. Y allí se deja claro que esa intransigencia es con respecto a sus principios, a los principios esenciales del partido. Pero de todos modos: ¿cuándo no fue así? ¿Qué partido no ha gobernado solo? Todos gobernaron solos, sin participación de nadie. De esto, claro, nadie se acuerda.

Extra: Claro, pero para empezar, los partidos que llegaron por las urnas fueron pocos. Por otro lado, se encuentra el caso de Frondizi, de quien aquellos que más se critica, justamente, es que gobernó demasiado con los demás.

Balbín: No, porque él se cambió. Tuvo una prédica y una doctrina, y tenía que haber gobernado con eso, pero se cambió. Lo que pasa es que él gobernó realmente con los suyos. Pero está pregunta es muy importante y hay que dejarla más clara. Yo creo que, si realmente lo que se quiere es hacer un avance a la altura de los demás en el mundo, esto no lo podrá hacer uno solo.

Extra: Más allá de esas coincidencias mínimas, también se encuentra el problema de la posibilidad de gobernar juntos. Dentro de lo que es hoy la vida interna del Partido Radical, ¿sería posible aún la aceptación de una fórmula mixta con el peronismo?

Balbín: Yo creo que el secreto no está en lo que se llama la fórmula presidencial. El secreto está en el Parlamento. No importa, no tiene sentido que la fórmula sea mixta o unitaria. Después de todo el vicepresidente es el vicepresidente... En pocos paises del mundo tiene un rol. Acá, por ejemplo, se le da el de presidente del Senado. En otras partes está de guardia por si le pasa algo al presidente. Por eso insisto en que el problema pasa por el Congreso. Si allí se vota una ley por mayoría, eso hace imposible el veto del presidente si éste sintoniza realmente el sentir popular. Volviendo, creo que todos los partidos estamos caminando del mismo modo, todos estamos proclamando nuestros candidatos, todos manteniendo nuestra individualidad y encontrando las coincidencias. Sólo si se diera algún factor excepcional, o algo que pusiera en peligro real la institucionalización del país, entonces allí habría que ver cuáles serán las medidas necesarias para continuar el proceso.

Extra: ¿Cuál va a ser su actitud ante las cooperativas?

Balbín: Nosotros prestigiamos el régimen cooperativo.

Extra: ¿Va a haber leyes de fomento?

Balbín: Sí. Además lo vamos a sostener en el programa partidario que va a dar la convención.

Extra: ¿Se van a nacionalizar los bancos o se van a nacionalizar los depósitos?

Balbín: Nosotros somos partidarios de nacionalizar el crédito. Que los bancos extranjeros se manejen con sus propios recursos y que no se abran más bancos extranjeros ni que se habiliten más sucursales.

Extra: ¿Perón podría volver a la República si usted es elegido presidente? ¿Eso no podría ser una fricción con las Fuerzas Armadas?

Balbín: No. Hay que terminar de una vez con estas cosas en el país, definitivamente. Yo no tendría ningún inconveniente.

Extra: ¿Si como condición para la entrega del Poder le piden que no se dé amnistía a ninguno de los condenados por el fuero antisubversivo, usted aceptaría esa condición?

Balbín: No. Me remitiría a la voluntad del pueblo a través de sus representantes en el Congreso. Pero éste no es un problema que pueda ser solucionado con una pregunta y una respuesta. El que alevosamente ha matado, yo no creo que pueda ser amnistiado.

Extra: ¿Se aceptarán capitales extranjeros? ¿En tal caso, bajo qué condiciones?

Balbín: No. Lo que pasa es que acá todavía no se sabe cuál es la verdadera influencia del capital extranjero en el país. Acá todo se ha hecho con el ahorro nacional.

Extra: ¿Entonces usted cree que tenemos el suficiente ahorro interno como para desarrollar una industria coherente?

Balbín: No, yo creo que no, para algunas cosas. A lo que yo aludo es que el aporte exterior se eleva al 5%, y en estos momentos seguramente es menor. Todo lo demás se hace sobre la base del ahorro nacional.

Extra: Pasando ahora al problema de la lucha interna del radicalismo... Por momentos nos da la sensación de que tanto a usted como a Alfonsín los irrita el hecho de tener que contestar preguntas acerca de los problemas de fondo, de las diferencias básicas. O en todo caso enfatizar demasiado en que no hay grandes diferencias. Y eso no pasa en casi ningún partido.

Balbín: Yo creo que esto no pasa en ningún partido. La verdadera novedad del radicalismo se encuentra en su lucha interna. Yo, cuando contesto la pregunta lo hago con mucha honradez. Siempre, en nosotros, desde nuestros puestos dentro del partido, hubo una total y absoluta coincidencia. Hablamos el mismo lenguaje, usamos los mismos conceptos.

Extra: ¿Entonces las diferencias serían de nombre y apellido?

Balbín: Yo más bien diría que el secreto del asunto debe estar en los años. Porque de algún modo se ha pretendido hacer algo así como una tragedia de los problemas generacionales. Y aquí sí eludo, porque parece que me defiendo. Yo también tengo concepto de renovación. Renovación dentro del radicalismo es, por ejemplo, sentarse a la misma mesa con aquellos personajes con los cuales siempre hemos luchado. Entonces a la pregunta sobre cuál es la diferencia, respondo que la diferencia parte de ese sentido de renovación, que no es realmente así. Yo me atrevería a hacer el comicio interno sobre la base de hombres hasta treinta años. Pero es que no creo que esto dé la solución.

Extra: Cuándo usted fue candidato a presidente por primera vez, ¿qué edad tenía?

Balbín: Tenía 47.

Extra: Casi la misma edad que Alfonsín... Por fin, ¿usted cree que el país está preparado para las elecciones? ¿No lo ve un poco neurótico?

Balbín: Por eso mismo hay que apurarse. Para que no se vuelva loco el país. Por ahora está neurótico...


1973

"ESTAMOS SOBRE UNA CORNISA..."

Entrevista a Ricardo Balbín, 1973

Ricardo Balbín en menos de un minuto nos dijo: los espero esta tarde. Fuimos. Conversamos con él una hora. No eludió nada. Este es el resultado del diálogo.

Extra: Si el diario "La Prensa" me hubiera pagado un millón de pesos por escribir un editorial que de algún modo criticara o impugnara la nueva relación entre Oposición y Gobierno, el "nuevo modo" político que usted tan bien definió, me habría resultado imposible encontrar argumentación y habría rechazado el millón de pesos. No porque no tuviera "virtud profesional", sino porque no habría encontrado argumentos. ¿Qué opina usted de ese editorial?

Ricardo Balbín: Lo que sintetiza ese editorial lo han dicho varios. Creo que responde a determinados intereses y que, además, no refleja la verdad. Los partidos de oposición obran con un claro sentido de pacificación. De modo que creo a ésa una apreciación equivocada.

Extra: Usted participa con sus actos y sus palabras en la política de conciliación nacional, con evidente grandeza cívica y humana, y al mismo tiempo Perette, en la Cámara de Senadores, mortifica un poco la idea de la "oposición digna" -tanto prejuzgando a Perón como a los políticos- cuando dice, con ironía, que "quiere encerrarlos a todos en una pieza y quedarse con la llave". ¿Cómo repercute ello en su dificilísima misión de evangelizar la vida política, de institucionalizar los modos?

Balbín: A veces un hombre pronuncia un discurso de una hora y con toda intención se le toma y se repite la frase de un segundo sin el contexto. Yo personalmente creo que hay que tener en cuenta todo lo que ese orador dijo. Más en el caso del doctor Perette, de reconocida e importante trayectoria.

Extra: ¿Qué diferencias o coincidencias fundamentales encuentra entre el primer gobierno de Perón y éste?

Balbín: Considero que entre este gobierno y los anteriores de Perón hay grandes y marcadas diferencias y coincidencias. Considero que el peronismo tuvo y tiene un defecto y es el de tomar el Gobierno con total adueñamiento. Utiliza los medios del Gobierno para cualquier cosa. Si miembros del partido tienen que viajar, no se les cobra pasaje; eso no puede, no debe ser. En cambio nosotros, los radicales, gobernamos de otro modo. De ninguna manera vamos a ejercer desde y en el Gobierno un adueñamiento tal.

Extra: En la política de conciliación nacional que usted apoya, y sus proyecciones de futuro, ¿qué rol les asigna al comunismo y a las fuerzas conservadoras (Manrique, Alsogaray, demócratas de Mendoza, etc.)? ¿Con el presidente Perón se ha conversado sobre este tema, o directamente usted y él actúan y programan el futuro como si no existieran?

Balbín: Habría que analizar primero el criterio de quien los convoca, criterio que no conozco. Lo que los radicales queremos es no destruir el diálogo, que considero indispensable. A las reuniones que se hagan yo concurriré y dialogaré con todos, expondré mis ideas y saldré con las mismas ideas. Dialogar no es cuestión de cambiar la manera de pensar. El diálogo consiste en exponer las ideas de cada uno y tratar de encontrar coincidencias, de modo que el diálogo jamás debe romperse. Este sistema, o modo político, no tiene nada que ver con las formas de lucha de antes; yo hago un balance a través del cual veo que lo de ayer no dio resultado, ¿por qué no intentar lo de ahora? A veces los intentos no los malogra quien los define sino quien los ejecuta.

Extra: ¿Y por qué ocurre eso?

Balbín: Porque no se ha llegado a una buena educación política.

Extra: El justicialismo, desde el ostracismo y ahora desde el Gobierno, denuncia que ha muerto o está en crisis definitiva la Argentina oligárquica, dependiente y liberal. ¿Coincide el radicalismo con este diagnóstico? ¿Cree que estamos en un proceso profundamente transformador, no oligárquico, no dependiente, liberador, no liberal?

Balbín: El sentido conservador y el sentimiento liberal existen y existirán siempre. Lo importante es que existe un denominador común expresado por el 85% del pueblo que reclama la liberación. Nosotros fuimos los primeros para conseguirla. Queremos lograr que el principio de decisión del pueblo sea una realidad. Desde Yrigoyen, desde hace mucho, estábamos en eso. Recuerden aquella definición de soberanía latinoamericana que dio Yrigoyen en 1919 y que no tiene muchas diferencias con las que se formulan ahora. Con Illia íbamos camino de terminar definitivamente con la dependencia, pero se interrumpió. Ahora, lógicamente, volvemos a reclamar lo mismo. A dar lo que se llama la batalla de la emancipación. Coincidimos en todo impulso liberador, pero mantenemos nuestros principios básicos sobre la democracia representativa. Sin ello caeríamos en el totalitarismo.

Extra: ¿La política de diálogo y conciliación nacional de la que usted y su partido participan es compatible con la definición y actividad "peronista" de las agremiaciones obreras y sindicales?

Balbín: Creo que la ley de asociaciones profesionales va a traer serios inconvenientes. Antes de que existiera el peronismo nosotros hablamos de la organización única de los trabajadores, pero dejábamos de lado el partidismo. Esto no quiere decir que los trabajadores no pueden hacer política; la pueden hacer y de la buena pero de ninguna manera deben cerrarse en un partidismo agudo. Si se quiere una organización obrera peronista allí están las 62 Organizaciones, pero la central obrera es de todo el país. Eso del partidismo en los gremios lleva, en sí mismo, el germen de la propia destrucción. Porque los conflictos internos del partido se trasladan al sindicato, lo conmueven, lo deterioran. En los últimos tiempos han muerto o han sido heridos muchos delegados gremiales, y no por temas sindicales, sino por conflictos trasladados desde el peronismo.

Extra: ¿Considera que el problema Formosa representa un paso atrás en la política de conciliación? La pregunta tiene su razón de ser: durante el debate parlamentario la oposición se endureció para mantener clara su posición; por primera vez se llegó hasta a amenazar con romper el quórum.

Balbín: No creo que sea un paso atrás en la política de conciliación. Sí creo que es un paso atrás en la política del Gobierno. No lo considero, de ninguna manera, un hecho feliz. Nosotros marcamos nuestra posición, siempre que es necesario. Tampoco nos opusimos a la ley de asociaciones profesionales, haciendo notar que las coincidencias de los partidos políticos establecían precisamente lo contrario de lo que esa ley prevé.

Extra: En el momento en que hacemos este reportaje hay elecciones universitarias. Nos encontramos con dos datos: 1) el radicalismo aparece junto con la JP y la izquierda ultra como una de las tres fuerzas importantes y 2) vota muy poca gente. ¿Usted cree que no se enfocan los problemas de fondo y todo se reduce a una especie de guerra de slogans o siglas?

Balbín: Algunos no lo hacen y los otros sí. Hoy existe un sector, minoritario, que evoca la reforma, pero en el fondo no la quiere. En este asunto se especula, y se entiende que cuando hablamos de especulación lo hacemos en el mal sentido de la palabra. Consiste en exagerar las cosas, los pedidos, las reivindicaciones, hasta límites extremos para que cuando se den los nuevos lineamientos poder decir que se vuelve a un régimen retardatario o regresivo. Nosotros, en el aspecto universitario, continuamos con los mismos principios. Claro que admitimos adaptaciones a la época, pero sin contrariar la esencia. Pero hay algunos que ¡qué van a ser reformistas! Si llegaran al Gobierno harían exactamente lo contrario de lo que ahora reclaman. Basta ver lo que ocurre en los lugares donde funcionan esos sistemas. Si gobiernan ellos, los que impulsaran al reformismo no estarían en la Universidad, estarían en Siberia.

Extra: Se habla mucho de los jóvenes, la mujer y la responsabilidad política; la necesidad de que ambos sectores actúen en la vida política de los partidos y del país. ¿Usted es partidario de organizaciones especiales con relativa autonomía dentro de los partidos para encauzar y desarrollar la actividad política de jóvenes y mujeres?

Balbín: Cada uno tiene su modo de actuar en este aspecto. El del peronismo no lo compartimos. Ellos tienen una rama femenina, una sindical y otra de juventud, porque el sistema sirve a la estructura verticalista. El nuestro es un partido organizado desde abajo hacia arriba, por eso nos hacen falta las ramas. Alcanza con que el afiliado (sea joven o sea mujer) haga valer sus derechos de tal, que son igualitarios. Tenemos, eso sí, grupos de trabajo que sirven para coyunturas determinadas o necesidades práctico-organizativas. Pero de allí a las ramas, hay una diferencia bastante notable. Existe también la juventud radical, hubo una juventud universitaria radical, en fin, tenemos muchos ejemplos.

Extra: Hace años, un afiliado radical que hubiera traspuesto los umbrales de la Casa Rosada, instalando en ella un Poder Ejecutivo contrario a su signo, habría sido declarado desleal. Eso ya parece una práctica definitivamente desterrada. ¿No habrá que avanzar más y permitir que hombres clave ocupen áreas importantes del Gobierno?

Balbín: Eso existió en la Argentina; los radicales siempre buscamos el diálogo. Yrigoyen, cuando hacía revoluciones, también buscaba el diálogo. La perdía por las armas y después las ganaba con el voto. Claro que hubo épocas en que el diálogo era imposible; eran épocas duras. No se podía hablar con los mismos hombres que, después, cuando íbamos a votar nos rompían la cabeza a palos. Pero ya sabemos qué pasó en el país. Hoy debemos volver a buscar ese diálogo, porque es el único camino que tenemos para encontrar las verdades por el bien del país.

Extra: Insistimos: ¿deben ir a cargos de gobierno, para profundizar ese diálogo y ese bien para el país, los radicales...?

Balbín: Fuera de los lugares de decisión, puede ser. Pero de la otra manera no habría la oposición. Si participáramos en el Gobierno como usted sugiere, ¿quién sería la oposición? El pueblo, con su voto, nos puso en ese lugar, para que cumpliéramos una función determinada. No tenemos otro camino que respetar esa decisión, que para todo hombre realmente democrático es inapelable. Pero eso no quiere decir que no podamos dialogar. Con el diálogo se crea seguridad. El hombre que vive sujeto a tensiones, o presiones -que todavía existen- cuando asiste al diálogo, siente una especie de alivio. Tiene la imagen de la seguridad. Esto en definitiva, beneficia al país.

Extra: Usted, en varias partes del reportaje, habló de diálogo y coincidencias. También marcó que algunas medidas del Gobierno (como la ley de asociaciones profesionales) no respetan esa coincidencia. ¿Cuándo se romperá esa especie de pacto o acuerdo? ¿Cuál sería el punto crítico?

Balbín: Ante todo, no existe ningún pacto, tampoco acuerdo. Cuando uno es presidente, las coincidencias no se necesitan. Donde sí son de suma importancia es en el Congreso. Podríamos hablar de líneas de seguridad en el país -que son las coincidencias-; estas líneas no deben ser rotas porque son las que garantizan la pacificación.

Extra: ¿Y si se rompen esas líneas no hay más acuerdo?

Balbín: Aquí no se rompe nada. Lo peor es que el país se detiene, no se avanza. Estamos en una cornisa, que si se rompe nos lanza en el vacío a todos los argentinos.

Extra: Pero hay algunos que quieren que se rompa...

Balbín: Sí, hay pescadores en río revuelto. Pero en este río nos podemos ahogar todos.

Extra: Por primera vez nuestro país estuvo gobernado durante tres horas por una mujer; ¿cómo ve usted este hecho? ¿Considera que es un avance más de la mujer en el camino hacia su liberación?

Balbín: Yo no lo veo así, creo que responde a la especial situación del partido oficialista, que encontró la manera de resolver su crisis interna. No marca una situación general. Pero no quiere decir que algo parecido no pueda darse. Ya hubo muchas fórmulas integradas por mujeres. Nuestro propio partido llevó en dos provincias candidatas a vicegobernadoras. De todas maneras, creo que este caso es la excepción.

 


1975

ENTREVISTA A RICARDO BALBIN (1975)

La presencia del máximo dirigente del partido radical en Tiempo Nuevo, generaba una gran expectativa en el público: el rating del programa, de por sí alto, enfatizaba su curva ascendente. Es que Ricardo Balbín desempeñó un papel original: fue opositor y "apoyador" simultáneamente. La visita de Balbín al canal 11 para dialogar con el país a través de Tiempo Nuevo se repitió en varias oportunidades. En cada una de ellas habló de todo: de Isabel Perón, del golpismo, de la violencia, del diálogo, de las instituciones, y de su obsesión: la democracia. Aquí se reproduce una de las noches, la del 31 de marzo de 1975

Bernardo Neustadt: Después de anunciar su presencia en Tiempo Nuevo me encontré con varias opiniones. Desde el hombre que en la calle me dice "trátelo con respeto" hasta el otro que me dice "a ver si le da con todo" o "a ver si llega a que le dé con todo al gobierno". Yo pretendo que sea una noche que concierte atención, que concierte fervor. Hace mucho tiempo que usted no ve a la Jefe del Estado, que el tema de la incomunicación anda por el ambiente... ¿ya tiene fecha fijada la entrevista?

Ricardo Balbín: No conozco nada más que la información periodística. Se dice que puede ser para el quince, pero nosotros no tenemos ninguna comunicación

Neustadt: A veces me he preguntado, ¿Balbín, en lugar de esperar ser llamado, irá a decir que quiere hablar Balbín: Si fuera necesario, sí. No habría inconveniente

Neustadt: ¿No habría necesidad hasta aquí?

Balbín: Podría haber habido necesidad, pero yo también sé respetar los silencios de los otros. Y todo tiene su límite, naturalmente. Alguna vez puede llegar una necesidad, y yo no tendré ningún inconveniente en solicitar la audiencia. Y si soy llamado he de cumplir. Además, creo que las cosas tienen importancia en la escena y he sostenido que las conversaciones con Perón tenían una gran utilidad. Y yo le aseguro que si saliéramos juntos en las giras que yo realizo en todo el país se comprobaría que se ha hecho verdad aquello de que el pueblo ha entendido mejor la convivencia y el diálogo. Está más satisfecho, más alegre, un poco más feliz. No tienen enemigos en la vereda de enfrente, como en la vieja manera; no está distorsionada la familia por enemistad política. Es decir, esto creo que es una buena cosa para la Argentina. De ahí que si bien es cierto que no tenemos que dramatizar ni ser optimistas exagerados, yo sostengo que en el recinto del pueblo hay un capital positivo para una gran tarea nacional

Neustadt: Sin embargo, en los últimos veinte días la vida argentina se ha sentido estremecida. Puedo darle algunos elementos. La resurrección de la palabra "golpe". Cincuenta muertos, cincuenta asesinados en 23 días, versiones, autocriticas, censuras, la voz es más alta que antes... La pregunta es así: ¿Cómo estamos? ¿Bien? ¿Mal? ¿Regular?

Balbín: Yo creo que estamos mal. Pero soy de los que cree que podemos recuperamos. No soy fatalista. No creo que andemos bien porque no se hacen bien las cosas. O porque seguramente no se ha entendido bien el planteo previo de la campaña electoral. Las tareas previas de la campaña electoral. Sin que esto parezca un agravio, parece que se ha malogrado aquella es-cena que parecía que se venía como una realidad nacional. Lo digo en todos los lugares que el pano-rama argentino en las postrimerías del gobierno militar cuando se dio al país la sensación cierta de que en forma definitiva podríamos comprendernos en as-pectos fundamentales. Es decir, primero que com-prendamos que la democracia es el mejor sistema que podemos tener; darle el concepto de la democracia social perfecta, perfectible, evolucionada, asegurar el concepto de una convivencia razonada. Hubo caminos ciertos, senderos abiertos y se puede decir que se evitaron algunas cosas, naturalmente, que el interlocutor ha muerto, pero, yo puedo asegurar que en las conversaciones nuestras evitamos algunas cosas que no es el caso enumerarlas ahora porque no es válido mi testimonio. Pero, las que se objetivaban después a través de las expresiones del presidente, demostraban que se abría un camino, si no perfecto, perfectible, y hubo episodios importantes y discursos importantes. Creo que el discurso del presidente Perón del 12 de junio dejó un mensaje que coincide con una conversación anterior. El pueblo vivía un poco más feliz y más tranquilo. Creo que había inconvenientes, y nosotros los apuntamos y se los apuntamos a él. No estábamos de acuerdo, naturalmente, con la conducción económica en algunos aspectos, se señaló en el Congreso. Pero había un clima propicio de ir recuperando una escena que durante mucho tiempo en el país estaba perdida. Yo creo que desde 1930. Posteriormente las cosas han cambiado. Algunas se han desbordado. Nuestras palabras no van dirigidas con reproches ni agravios, pero el movimiento triunfante no ha entendido. Y gran parte de él no ha entendido esta consigna superior. Puede ser por falta de imaginación, no lo digo por intención. Vuelven a lo que ya estaba perimido

Neustadt: Doctor, cuando uno pierde se transforma en oposición-. La oposición sistemática puede ser una invitación a cualquier cosa; la oposición de este modo puede ser una petición para que el gobierno, de algún modo, se rescate a sí mismo. ¿Pero la oposición puede decir también qué anda mal y qué anda bien, en qué áreas

Balbín: Bueno, este balance no seria conveniente hacerlo ahora porque francamente seria más corto el camino si buscáramos los desaciertos, porque los errores son muy graves. Cuando se tiene sentido de la responsabilidad y no se está en una aventura electoral, sino en una pasión política y representando una fuerza histórica, usted siente adentro un cúmulo de responsabilidades. Entonces expresa su pensamiento. Y yo al expresar el mío como candidato glosaba naturalmente la plataforma de mi partido, que era buena, admite la confrontación con todas, pero sostenía que en caso de ser triunfador buscaría los climas de seguridad. Condenaba en ese momento la violencia y el terrorismo porque no son aliados de la democracia. Había llegado el turno definitivo en el país de que el derrotado y el triunfador no sean adversarios definitivos sino consecuencia del pronunciamiento del pueblo, y como consecuencia el que triunfaba iba, el que perdía ayudaba. Entonces el candidato no puede tener dos fisonomías: gana o pierde. Y como yo perdí, sigo haciendo lo que ofrecí como candidato. Esta, es una enseñanza para la democracia, aun cuando estén pagando precio político o incomprensiones.

Neustadt: ¿Hay gente golpista?

Balbín: Pienso que siempre hay. En la actualidad, sin éxito. Esta es la coraza del gobierno, que no lo merece. Entonces acá se da una circunstancia muy especial: la responsabilidad de los que no estamos está conteniendo la irresponsabilidad de otros que están. Y cuando hablo de irresponsabilidad lo hago en el mejor sentido de la palabra. La no comprensión del problema. El no entender el panorama general del país. El sectorizarse. ¿Se da cuenta? Entonces éste es el problema.

Neustadt: Me sonó fuerte. "Este gobierno que no se merece esta coraza impermeable al golpe". Es fuerte

Balbín: Es fuerte, claro. Es la verdad. Pero, ¿por qué ocurrió todo esto? Yo no soy un hombre que todo lo sabe. Se debe a un estado de responsabilidad del país, en el cual incluyo fuerzas armadas, en el cual incluyo fuerzas obreras, en el cual incluyo fuerzas políticas. Es decir, todos los sectores del país que viven ilusionados en una estabilidad institucional. La prueba está en que usted puede llamar a todas las expresiones nacionales, y todas le van a decir: ''no hay fracaso de las instituciones". Es decir, que hay una enorme coraza de responsabilidad en el país que está sosteniendo esta estabilidad

Neustadt: Doctor Balbín: los coroneles que en Portugal han tomado el poder y que son situados a la izquierda, le acaban de pedir, de exigir a su pueblo, austeridad, sacrificio, trabajo. En Estados Unidos las fábricas han resuelto comprar micros para que la gente no use sus automóviles, para evitar el consumo de nafta. No es solución de un dirigente gremial exigir sacrificios sino conseguir cosas para sus afiliados. Tampoco, aparentemente, tendría que ser la misión de un politico exigir sacrificios, austeridad, trabajo. Yo pregunto: ¿si parte del proceso argentino tiene que ver con la indisciplina, con el desabastecimiento, con el ausentismo, etc., su partido, o usted, o quién le puede pedir, o exigir como en el caso de los coroneles de Portugal, como en el caso de Estados Unidos, sacrificio, austeridad

Balbín: El ejemplo es de arriba para abajo. Tiene que ser austero el gobierno en sí mismo para tener el derecho de exigir austeridad. Pero cuando éste no lo es, entonces se relaja el organismo. ¿Por qué va a ser austero el de abajo si el de arriba no lo es? ¿O es, acaso, que usted puede llamar a la austeridad a los otros si usted no puede hacer su propia austeridad? Se van perdiendo las autoridades morales, que son fundamentales en la autoridad de los gobernantes. Lo primero que tiene que hacer el gobierno es exhibir su austeridad, su sacrificio, su vocación. Entonces esto cunde como un ejemplo de arriba para abajo. ¿Uno le puede exigir austeridad a un hombre de Misiones, al que han estado, no digo maltratando pero no considerando su trabajo y su producción? Entonces esta austeridad de gobierno llega al proceso eleccionario y le hace regalos. ¿Usted cree que éste es un ejemplo para ese hombre? ¿No se da cuenta de que esto que parece simple tiene una trascendencia inusitada en la vida del hombre? Es decir, enseñarle a recibir sin haberle exigido previamente su comportamiento para obtenerlo por su propio medio en una sociedad organizada. Es decir, que esto viene de arriba para abajo. Esto es igual que la violencia. La violencia se multiplica no ya en razón política o en razón gremial, que también la hay. Es decir que cuando hay impunidad en los grandes delitos, éste es un ejemplo para los otros que quieran delinquir en potencia. De modo que el muchacho que quiere ir al hipódromo o jugar a la ruleta o salir con sus amigos, asalta. Si una sociedad organizada hubiera sancionado todos los crímenes y todos los delitos y hubiéramos encontrado responsables, esto no se mueve. De modo que tanto en la austeridad personal como en la conducta, los ejemplos son de arriba para abajo. No hay pueblo que se descomponga por sí mismo

Neustadt: Doctor: una denuncia suya sobre soborno electoral en Misiones, ¿cómo se puede conciliar con un movimiento como el peronista que, si hay algo que le sobra son votos? ¿Para qué necesita ahora hacer eso

Balbín: Es porque tienen un concepto equivocado. Creen que perdiendo se desprestigian, sin darse cuenta que perdiendo se prestigian. Parece una contradicción. Es decir que en Misiones se debió dejar al pueblo naturalmente pronunciarse. Se va a pronunciar, seguramente, pero en vísperas electorales se vuelcan... Usted no tiene ni idea de lo que se vuelcan. Ni yo tampoco a la distancia. Lo sé a través de los informes que recibo. Hoy se regala de todo. Incluso dinero en efectivo que alguna vez habrá de saberse de qué bolsillo sale, y si son del Estado habrá que conversar si esto es una malversación o lo que sea. Entonces esto es una desvirtuación total, mientras que yo creo que se prestigiaría este gobierno si ganaran los radicales. Y no sería un mérito exagerado para el radicalismo. Sería una hermosa contribución para la estabilidad constitucional, porque se demostraría que es imparcial el gobierno, que deja expresarse con libertad

Neustadt: Doctor Balbín: menos mal que dicen que usted no está poniendo el dedo en la llaga en la oposición

Balbín: Estoy razonando. Esto no sirve como ninguna prédica de cosa negativa sino que puede servir para rectificaciones necesarias si es posible. A mí me gustaría que nos ganaran, pero bien. Y no me gustaría perder, pero mal. Estas son las grandes diferencias

Mariano Grondona: Me parece, si no me equivoco, que el doctor Balbín está tratando de salvar la misión verdaderamente opositora del radicalismo, que es ofrecer una alternativa dentro de las instituciones

Balbín: Así es, y le prevengo que a pesar de Misiones vamos a seguir. Porque esto es una cosa superior. No es para este tiempo, es para todos los tiempos. Nosotros no tenemos una política para un momento. Tenemos una política para distancias, que las dividimos. Lo que lamentamos son estos desórdenes circunstanciales

Neustadt: ¿Qué quiere decir "a pesar de Misiones"? Porque Misiones no es un plebiscito, ¿no?

Balbín: No, no. No quiero que tomen las palabras así. No dije eso. Es cierto, no creo que Misiones sea, un hito definitivo de nada. Es un hecho trascendente. Se va a elegir un gobernador. Se va a elegir una legislatura. Se va a elegir una institución. Los titulares de una institución. Lo que yo quiero decir con respecto a la mentalidad del pueblo, es que las derrotas. Son derrotas y las victorias son victorias, pero cuando son limpias. De modo tal que para estas emergencias cuando se utilizan estos medios no legales el triunfador se desluce y el derrotado no respeta. Porque estos regaladores de bicicletas, regaladores de heladeras, regaladores de dinero, no se dan cuenta de que ésta es una circunstancia de un minuto, y de lo que hablamos en este país es de la seriedad institucional permanente

Bernardo Neustadt para su programa televisivo "TIEMPO NUEVO" - Canal 11, el 31 de Marzo de 1975.-