16 de marzo de 1976.
Discurso pronunciado por Ricardo Balbín en la Cadena Nacional de Radio y Televisión .
Tengo conciencia cabal de la curiosidad, por no decir la expectativa, que despierta
esta audición. Lo mismo habría ocurrido con cualquier hombre de
la política argentina que estuviera en este sitio en que estoy yo. Porque
creo que la expectativa no la determina la palabra: es la inquietud nacional,
estas intensas y profundas preocupaciones.
Soy hombre de un partido político,es verdad. Pero en esta emergencia
yo hablaré como un ciudadano de la República. Cargado de preocupaciones,
que son las preocupaciones de mi país. Deseoso de servirlo.
Sé que muchos pueden suponer que vengo aquí a decir palabras de
agravio. Sé que otros pensaran que voy a decir palabras de protesta.
Hace tiempo que estoy diciendo que hay que dejar el pasado atrás y mirar
para adelante, no tanto por nosotros sino por una importante juventud argentina
que espera.
Tengo naturalmente que decir qué hicimos y por qué lo hicimos,
pero no esperen que yo pronuncie palabras de condenación.
En esta hora prefiero estar con Yrigoyen. Que en el instante de asumir sus grandes
responsabilidades, cuando alguien le reclamara que sancionara, y aquel grande
hombre que fue nuestro maestro dijo. ..Vengo a reparar y nada más.
Es esta la motivación que me impulsa a llegar aquí. Es esta la
necesidad que tenemos de decir lo que creemos.
Naturalmente que he sido anunciado como presidente de la Unión Cívica
Radical y, por lo tanto, en unos pocos minutos tengo que decir qué
somos, de dónde venimos y lo que aspiramos toda la vida.
Nacimos a la vida política al impulso de los grandes maestros nuestros:
Alem, el soñador constante; Yrigoyen, el realizador, que hoy mismo, ante
estas necesidades del país, lo cubren las pantallas de televisión.
De él aprendimos una cosa esencial: Nada se hará, nada habrán
de conseguir los argentinos si no tienen la capacidad de conjugar el verbo de
la unión de los argentinos. Su lucha fue ésa. Cuando el país
estaba negado, él buscó la participación del país,
y toda su gente, y todos sus hombres. Porque comprendía que solamente
la unión del pueblo soberano podía realizar un país en
soberanía.
Hemos sido consecuentes con la definición y el concepto, porque hace
a nuestra vida y a nuestro modo de pensar. Hemos andado todos los años,
muchos más años que todos los partidos argentinos, pero siempre
iluminó esta gestión fundamental encontrar el conjunto argentino
para su gran realización.
En los turnos de gobierno que tuvimos cumplimos, el país vivió
en paz. y en el último turno que tuvo el radicalismo, con el presidente
Illia, dimos la gran lección de la comprensión. Nos fijamos en
el hombre, su destino y sus derechos. No hay ninguno que pueda en la República
levantar la mano declarándose perseguido. No hay ninguno en el país
que pueda levantar su mano diciendo: "Yo fui sancionado injustamente ".
Y sobre esa base, de respeto humano de los pueblos y del pueblo, iniciamos la
tarea de lo que ahora se reclama urgentemente: la liberación nacional.
Nosotros seguimos ese camino. Distintos acontecimientos y circunstañcias
lo pusieron en rudas peleas y desencuentros. Lo hemos dicho muchas veces en
todas partes: estaba distorsionada la República.
Y fue así interrumpido injustamente, arbitrariamente,
aquel gobierno de bien nacional, de sentido profundo de su soberanía,
de respeto supremo a la voluntad de su pueblo, de afianzamiento de un federalismo
en crisis en la actualidad. Jugaban las provincias en ese tiempo con la jerarquía
del viejo federalismo argentino.
Nos tumbaron. En alguna parte del país están los responsables
viendo el país de ahora. Será prudente que hagan un examen de
conciencia.
¿Qué hicimos después ? Buscamos afanosamente en el país
las coincidencias fundamentales. Dejamos mucho de lo nuestro en la búsqueda
afanosa de coincidencias esenciales.
Queríamos borrar definitivamente lo que distanciaba, lo que dividía.
Nos encontramos con un milagro: Hombres de distintas expresiones políticas,
las más rudas expresiones políticas del desencuentro, coincidimos
en recuperar principalmente las instituciones del país, que son irrenunciables,
y echar las bases de una importante coincidencia nacional.
El pueblo se pronunció y fuimos derrotados. Ganaron los otros .
¿Qué ocurrió en el país de cosa nueva? ¿Qué
acontecimiento notable llegaba a la República?
La frase definitiva y corta: El que gana gobierna y el que pierde ayuda . Esta
la escena del país. Se han dado todas las circunstancias. Frente a esta
situación en que está la República, yo pregunto: ¿dónde
está la culpa?
Yo sé que hay mucha gente, algunas expresiones políticas, que
por sacar dividendos circunstanciales nos dicen "los complacientes",
o "los tolerantes", y nosotros no somos nada más que la oposición
correcta. Cuya derrota no modifica sus procedimientos ni sus actos. Ahí
está el Congreso de la República, donde se demuestra cómo
y de qué manera la Unión Cívica Radical y otras expresiones
políticas argentinas, por qué no decirlo, fueron fieles al pensamiento
mayor de todos juntos, realizar el país.
Estaba Perón en el gobierno y estas consignas empezaron a funcionar .
Admito que no eran totales, que era el principio. Todo necesita un principio.
Pero se hizo el diálogo de arriba para abajo y de abajo para arriba.
Se enten- dieron en los niveles superiores las expresiones políticas
argentinas. Lo comprendió el pueblo,. este maravilloso pueblo que tenemos.
El se murió. Me toco a mí la oportunidad
de despedirlo en nombre de distintas expresiones políticas argentinas
¿Qué dije entonces? Algunas palabras,. es verdad, Pero dije una
que tenía un profundo significado, salía del fondo de mi alma,
de la verdad de mis sentimientos: "Este viejo adversario despide a un amigo
".
Los hombres que hablan, los que ocupan con frecuencia las tribunas saben cómo
es, a veces, cuando se produce la expresión, como en un trasfondo se
dibuja una imagen. Yo confieso que aquella mañana, cuando yo dije con
sinceridad 'el viejo adversario despide a un amigo", se me imagina que
todo el país juntaba sus manos y que todos se mezclaban. para nacer de
aquella definición sencilla y cierta,. leal y sentida,. una definición
para todos los tiempos'. Las manos tomadas de todos los argentinos para realizar
la obra que queremos todos los argentinos.
¿Qué pasa después?
Ahí está el interrogante, la pregunta, y el país da la
respuesta.
No anduvo más. Hubo aislamiento. Un no comprender. Un no entender aquel
mensaje que dijo que "el heredero era el pueblo ". Aquí una
minoría se declaró heredera. Pero una minoría que no entendia
el país, sino a sus propios intereses.
Estas son las grandes fallas de este acontecimiento nacional. Estoy seguro de
que aquella mañana empresarios, obreros, maestros. profesionales, todos
se sintieron tocados seguramente,pienso yo, como que amanecía en el país
después de largos desencuentros la posibilidad cierta, verdadera, de
que podíamos los argentinos, todos juntos, sin declinar ninguna de sus
convicciones, realizar la República de todos. Poner la soberanía
de los argentinos en la gran confrontación de Latinoamérica. Se
fue aislando el gobierno. Se fue empobreciendo el gobierno. Y hay que comprender,
hay que comprenderlo definitivamente, que cuando se descompone el Estado se
descompone la sociedad. No hay término medio Descompuesto arriba, como
una vertical se van destruyendo las estructuras de la sociedad.
Unión de los argentinos, dijo orgullosa y emoclanadamente la Convenciónde
la Unión Cívica Radical, tan pronto como el esfuerzo de toda la
ciudadanía recuperó las instituciones políticas. De allí,
luego de argumentos fuertes y notables, terminó en la sintesis. Vamos
en la búsqueda de la unión de los argentinos a la vieja manera
de Alem o Yrigoyen. Vamos a ponernos de acuerdo los sectores populares del país
para encontrar las soluciones prolijas y ciertas que determinen el quehacer
nacional.
¿Quién puede decir en el país que no la servimos?
Están los reiterados documentos del partido y está la gestión
notable de nuestros legisladores en el Congreso, el Senado de la Nación,
la Cámara de Diputados de la Nación. No se puede pretender que
una minoría realice la obra. Porque es la minoría. Pero allí
estaban las grandes mayorías, las que habían nacido al impulso
de su fundador, el que enfermo y viejo llegó al país después
de hacer notables exámenes de su propia conciencia. "No vengo a
dividir, vengo a unir a los argentinos".
¿Quién lo interpretó? ¿Quién dice que tiene
esta bandera? Si parece que en definitiva la hubiéramos conservado nosotros,
los hombres de la Unión Cívica Radical, y otros hombres de distintos
partidos políticos argentinos.
Ahí está el Congreso de la República, en su primer año
de legislación brillante. Cuando estaban conformadas las formas de la
convivencia. de la concertación, y luego, el Parlamento que no funciona
por la ausencia de los responsables de la mayoría. No es un cargo, es
una realidad. No es una imputación, es la exhibición de una realidad
del país que se toca con la mano, que todos la vemos.
Yo he dicho que no vengo a imputar. Tomo la historia. Sus acontecimientos, sus
modos. Para tener el derecho de decir que todo está naufragado. Unir
la Nación. Buscar la unidad de los argentinos tiene un profundo significado.
No es ponernos emocionados cuando se enarbola el símbolo de todos los
argentinos, sino hacer honor al símbolo de los argentinos.
Era una situación distinta y diferente, volábamos sobre los sectores,
ninguno podía gravitar sobre el otro, ninguno podía ser más
que el otro, todo era una conjunción. Todo debía de plasmarse
con una consigna para el conjunto. No podía haber un sector industrial
de allá y otro de acá. No podía repararse el ámbito
gremial en contra de los otros factores de la producción. Había
que orquestar el conjunto argentino,y aquello que se inició en la senda
de las grandes definiciones. las emocionales definiciones, nos da el espectáculo
de hoy. Todos divididos. Todos desencontrados .
El egoísmo de la lucha de los sectores ha llegado hasta el delito. Los
obreros de un lado, naturalmente reclamando la sensatez del salario cuyos aumentos
se mueren de risa cuando son agotados a los quince minutos, antes ó después
de haberlos anunciado.
La empresa se ha transformado en una expresión unilateral, donde hay
quien se funde, dunde hay quien se angustia y también hay quien se enriquece
vorazmente creando una guerrilla distinta y diferente de la otra brutal que
también tiene la República .
Y cuando los sectores trabajan por su cuenta. Cuando no hay conciencia de la
unidad nacional se da esta tremenda descomposición. Después de
Perón, los gremios divididos. La fuerza del trabajo uniforme, cuya capacidad
de acción se perfila en lo que el radicalismo quizo.
Las centrales únicas del trabajo, pero del trabajo y no la parcialidad
política, están en desencuentro. ¿Quién lo oculta
en esta actualidad?
La empresa dividida. anarquizado el mundo empresario. Porque a fuerza de querer
gravitar uno u otro sector se pelearon en el fulgor. Se producen las discrepancias
políticas, duras discrepancias políticas. Las que habíamos
dicho que quedaban en el tiempo, borradas, para que desaparecieran las distorsiones.
Están otra vez así, al atisbo. Errores o aciertos, para ver de
qué manera cada uno se hace el beneficio personal y no el beneficio colectivo.
Algunos suponen que yo he venido a dar soluciones, y no las tengo. Pero las
hay. Es ésa. La unión de los argentinos para el esfuerzo común
de todos los argentinos.
Ahí esta la guerrilla ¿Por que vino y quién
la trajo? Poniendo en peligro el país y encendiendo una mecha en el continente
americano. Nadie se preocupa de eso. Pero la destrucción por la violencia
de la Argentina, la guerrilla intensificada en el país pasa las fronteras,
y puede llegar el día en que, sin querer o queriendo, una generación
joven con la que sueño, una genéración Joven para la que
trabajo, encuentre convulsionado su país, amenazada su República.
Por eso traigo nada más que una invitación Conozco todos los rumores.
Sé de todas las inquietudes. Se conjugan los movimientos de las Fuerzas
Armadas Argentinas, esas Importantes fuerzas argentinas. Las que soportaron
todo, las que enterraban sus muertos y hablaban de las instituciones del país.
Estas Fuerzas Armadas que no vi nunca. Que están ahi defendiendo y sufriendo,
ayer nomás, el atentado brutal, sumado a los otros atentados.
¿Por qué los argentinos vamos a hacer tantas cosas mal? ¿Por
qué el gobierno no llama a su profunda reflexión, para que no
se comprometa, para que mantenga ese prestigio necesario al país y al
prestigio de la República? ¿Por qué somos tan torpes que
no encontramos nosotros, los hombres de la civilidad, los caminos profundos
del quehacer y del realizar?
Puedo afirmar, porque conozco en verdad y en profundidad el pensamiento de muchos
hombres de la política argentina, que la decisión de diálogo
está abierta en todas las direcciones.
He hablado con hombres de todos los matices y responsables de todos los matices.
Hay un común denominador en la República, que quiera salvar estas
contingencias nacionales, hay una voluntad juvenil que quiere colaborar en el
esfuerzo de mantener las instituciones de la República, porque es el
camino de la civilización, de la democracia de los argentinos. Hay tiempo
todavía.
Podría dar la seguridad, podría dar la seguridad, de que en horas
nomás, en horas nomás, pero en horas tranquilas, podría
reunirse el país, todo el paíspara encontrar las soluciones magistrales
que no son nada más que las sencillas soluciones morales argentinas.
Sabemos de la corrupción, del contrabando, de la destrucción comercial.
Conocemos como se ha abusado de esta República. Sabemos que hay algunos
países que consideran que está en liquidación. ¿Por
qué no nos juntamos todos en una mesa, todos juntos, para esta emergencia?
Que escuchen los titulares del gobierno. No ha habido una sola palabra que los
ofenda y los agravie. Pero ha habido una conciencia moral que los llama a las
grandes responsabilidades, a los gestos de grandeza, a la necesidad de mostrar
a este país como es y como debe ser, y no esta chatura en que estamos
viviendo, esta incertidumbre en que estamos moviéndonos. Este no saber
si vuelve vivo el soldado que va a hacer su servicio, o si vuelve vivo el obrero
o el joven que está en la universidad. No lo arreglará ningún
sector por poderosos que sea. Lo hará el país, todo el país.
Conozco el prestigio de todos, y conozco los delincuentes que fueron también
un poco apañados por el gobierno. Pero las instituciones son válidas,
y aun cuando parece no, que no son eficaces sirven, porque estando el Congreso
de la República se pudo saber la existencia de delincuentes en el gobierno,
y se buscaron las investigaciones, están los resortes vivos como para
poder realizar la tarea profunda que reclaman los argentinos.
Por eso desde aquí invoco al conjunto nacional. Para que en horas nomás,
exhibamos a la República un programa, una decisión, un norte.
Pero que se deponga la soberbia. Cuando se tratan de estas cosas, lo digo desde
arriba para abajo, no hay que andar con látigos, hay que andar con sentidos
morales de la vida.
Este es mi llamado. No ha resuelto nada. No ha aliviado ninguna angustia. No
ha dado remedio al que no lo tiene. Pero trae, por lo menos, esta voluntad,
y esta decisión, y para los que creen que todo se derrumba, para los
que creen que un sector del país puede llegar a resolver estos problemas,
yo digo en nombre de la Unión Cívica Radical para ahora y todos
sus tiempos: la bandera de la unión de todos los argentinos, la vida
en paz, el trabajo remunerado, la empresa cierta, y, sobre todo, la defensa
de las instituciones de la República, no serán abandonadas jamás
por la Unión Cívica Radical.
Hemos utilizado este pensamiento, este lenguaje y esta acción en todos
los turnos de nuestra historia. Lo vamos a seguir haciendo. Podemos reconstruir
hoy o no. ¿Tendremos que rehacer todo despues de la catastrofe?
Puede ser que sí, pero al más incrédulo de estas concepciones,
le afirmo: Si se esperan las ruinas, en las ruinas encontrarán una bandera
No se realizará el país sino sobre la base de la unión
de los argentinos. Señoras y señores, pido disculpas. Vienen de
lo hondo de mi pensamieto estas palabras que pueden no tener sentido, pero tienen
profundidad y sinceridad. No soy muy amante de los poetas, pero he seguido un
poeta de mi tierra,: todos los incurables tienen cura cinco minutos antes de
la muerte .
Argentinos de todos los rincones, civiles de todos los lugares, militares de
todo el país, brigadieres y marinos, ¿para qué llegar a
los últimos cinco minutos? ¿Por qué no estamos conjugando
la ilusión de aquél poeta? Se acerca el angustiado, el enfermo,
el desprotegido, todos los incurables que tienen cura cinco minutos antes de
la muerte. Desearía que los argentinos, hoy, no empezáramos a
hacer la cuenta de los últimos cinco minutos .
Dr. Ricardo Balbín
Una Producción de Matías Bailone.